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Una Tierra de Fuego
Morgan Rice


El Anillo del Hechicero #12
En UNA TIERRA DE FUEGO (LIBRO #12 DE EL ANILLO DEL HECHICERO), Gwendolyn y su gente se encuentran rodeados en las Islas Superiores, asediados por los dragones de Rómulo y su ejército de un millón de hombres. Todo parece perdido – cuando la salvación llega de una fuente increíble. Gwendolyn está decidida a encontrar a su bebé, perdido en el mar, y conducir a su nación en exilio, a un nuevo hogar. Ella viaja a través de extraños y exóticos mares, encontrando peligros impensables, rebelión y hambre, mientras viajan hacia el sueño de un puerto seguro. Thorgrin finalmente se reúne con su madre en la Tierra de los Druidas, y su encuentro cambiará su vida para siempre, lo hará más fuerte que nunca. Con una nueva misión, se embarca, decidido a rescatar a Gwendolyn, a buscar a su bebé y a cumplir con su destino. En una batalla épica de dragones y hombres, Thor será puesto a prueba en todos los sentidos; mientras lucha contra monstruos y expone su vida por sus hermanos, cavará profundamente para ser el gran guerrero que se supone que debe ser. En las Islas Superiores, Erec se encuentra moribundo y Alistar, acusada de asesinato, debe hacer lo que puede para salvar a Erec y eximirse de la culpa. Estalla una guerra civil en una lucha por el trono y Alistar se encuentra atrapada en el medio, con su destino y el de Erec pendiendo de un hilo. Rómulo sigue con la intención de destruir a Gwendolyn, a Thorgrin y lo que queda del Anillo; pero su ciclo lunar está finalizando, y su poder será puesto a prueba severamente. Mientras tanto, en la provincia del norte del Imperio, está surgiendo un nuevo héroe: Darius, un guerrero de 15 años, está decidido a romper las cadenas de la esclavitud y sublevarse contra su gente. Pero el Capitolio del Norte está al mando de Volusia, una chica de 18 años, famosa por su belleza – y también por su crueldad brutal. ¿Gwen y su pueblo sobrevivirá? ¿Encontrarán a Guwayne? ¿Rómulo aplastará al Anillo? ¿Sobrevivirá Erec? ¿Thorgrin volverá a tiempo? Con su sofisticada construcción y caracterización del mundo, UNA TIERRA DE FUEGO, es un relato épico de amigos y amantes, de rivales y pretendientes, de caballeros y dragones, de intrigas y maquinaciones políticas, de llegar a la mayoría de edad, de corazones rotos, de decepción, ambición y traición. Es una historia de honor y valor, de suerte y destino, de hechicería. Es una fantasía que nos lleva a un mundo que nunca olvidaremos, y que gustará a personas de todas las edades y géneros.





Morgan Rice

UNA TIERRA DE FUEGO LIBRO#12 DE EL ANILLO DEL HECHICERO




Acerca de Morgan Rice

Morgan Rice tiene el #1 en Г©xito de ventas como el autor mГЎs exitoso de USA Today con la serie de fantasГ­a Г©pica EL ANILLO DEL HECHICERO, compuesta de diecisiete libros; de la serie #1 en ventas EL DIARIO DEL VAMPIRO, compuesta de once libros (y contando); de la serie #1 en ventas LA TRILOGГЌA DE SUPERVIVENCIA, novela de suspenso post-apocalГ­ptica compuesta de dos libros (y contando); y de la nueva serie de fantasГ­a Г©pica REYES Y HECHICEROS. Los libros de Morgan estГЎn disponibles en audio y ediciones impresas y las traducciones estГЎn disponibles en mГЎs de 25 idiomas.

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Algunas opiniones acerca de Morgan Rice

В«EL ANILLO DEL HECHICERO tiene todos los ingredientes para ser un Г©xito inmediato: conspiraciones, tramas, misterio, caballeros valientes e incipientes relaciones repletas de corazones rotos, engaГ±o y traiciГіn. Lo entretendrГЎ durante horas y satisfarГЎ a personas de todas las edades. Recomendado para la biblioteca habitual de todos los lectores del gГ©nero fantГЎsticoВ».

–Books and Movie Reviews, Roberto Mattos



В«Una entretenida fantasГ­a Г©picaВ».

–Kirkus Reviews



В«Los inicion de algo extraordinario estГЎn ahГ­В».

–San Francisco Book Review



«Lleno de acción…La obra de Rice es sólida y el argumento es intrigante».

–Publishers Weekly



«Una animada fantasía…Es sólo el comienzo de lo que promete ser una serie épica para adultos jóvenes».

–-Midwest Book Review



Libros de Morgan Rice




REYES Y HECHICEROS


EL DESPERTAR DE LOS DRAGONES (Libro #1)


EL DESPERTAR DEL VALIENTE (Libro #2)


El PESO DEL HONOR (Libro #3)


UNA FORJA DE VALOR (Libro #4)


UN REINO DE SOMBRAS (Libro #5)




EL ANILLO DEL HECHICERO


LA SENDA DE LOS HÉROES (Libro #1)


UNA MARCHA DE REYES (Libro #2)


UN DESTINO DE DRAGONES (Libro #3)


UN GRITO DE HONOR (Libro #4)


UN VOTO DE GLORIA (Libro #5)


UNA POSICIГ“N DE VALOR (Libro #6)


UN RITO DE ESPADAS (Libro #7)


UNA CONCESIГ“N DE ARMAS (Libro #8)


UN CIELO DE HECHIZOS (Libro #9)


UN MAR DE ESCUDOS (Libro #10)


UN REINO DE ACERO (Libro #11)


UNA TIERRA DE FUEGO (Libro #12)


UN MANDATO DE REINAS (Libro #13)


UNA PROMESA DE HERMANOS (Libro #14)


UN SUEГ‘O DE MORTALES (Libro #15)


UNA JUSTA DE CABALLEROS (Libro #16)


EL DON DE LA BATALLA (Libro #17)




LA TRILOGГЌA DE SUPERVIVENCIA


ARENA UNO: SLAVERSUNNERS (Libro #1)


ARENA DOS (Libro #2)




EL DIARIO DEL VAMPIRO


TRANSFORMACIГ“N (Libro # 1)


AMORES (Libro # 2)


TRAICIONADA (Libro # 3)


DESTINADA (Libro # 4)


DESEADA (Libro # 5)


COMPROMETIDA (Libro # 6)


JURADA (Libro # 7)


ENCONTRADA (Libro # 8)


RESUCITADA (Libro # 9)


ANSIADA (Libro # 10)


CONDENADA (Libro # 11)












ВЎEscuche la saga de EL ANILLO DEL HECHICERO en formato de audio libro!


Derechos Reservados В© 2014 por Morgan Rice



Todos los derechos reservados. A excepciГіn de lo permitido por la Ley de Derechos de Autor de EE.UU. de 1976, ninguna parte de esta publicaciГіn puede ser reproducida, distribuida o transmitida en forma o medio alguno ni almacenada en una base de datos o sistema de recuperaciГіn de informaciГіn, sin la autorizaciГіn previa de la autora.



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Г‰sta es una obra de ficciГіn. Los nombres, personajes, empresas, organizaciones, lugares, eventos e incidentes, son producto de la imaginaciГіn de la autora o se utilizan de manera ficticia. Cualquier semejanza con personas reales, vivas o muertas, es totalmente una coincidencia.


В«AsГ­ pues, doy mi espalda:
Hay un mundo en algГєn otro lugarВ».

В В В В --William Shakespeare
В В В В Coriolano






CAPГЌTULO UNO


Gwendolyn estaba de pie a la orilla de las Islas Superiores contemplando el ocГ©ano, observando horrorizada como la niebla llegaba y empezaba a llevarse a su bebГ©. SentГ­a como si su corazГіn se partiera en dos mientras veГ­a a Guwayne flotando mГЎs y mГЎs lejos, hacia el horizonte, desapareciendo entre la neblina. La corriente se lo llevaba hacia Dios hacia sabe dГіnde, alejГЎndolo mГЎs de ella a cada segundo.

Las lГЎgrimas caГ­an por las mejillas de Gwendolyn mientras observaba, incapaz de irse de allГ­, insensible al mundo. PerdiГі toda nociГіn del tiempo y el espacio, ya no podГ­a sentir su cuerpo. Una parte de ella morГ­a mientras veГ­a cГіmo una corriente se llevaba a la persona que mГЎs querГ­a en el mundo. Era como si, con Г©l, el mar se tragara una parte de ella.

Gwen se odiaba a ella misma por lo que habГ­a hecho; pero a la vez, sabГ­a que era la Гєnica cosa en el mundo que podГ­a salvar a su hijo. Gwen oГ­a el rugido y los truenos en el horizonte detrГЎs de ella y sabГ­a que pronto la isla entera serГ­a consumida por las llamas, y que nada en el mundo podrГ­a salvarlos. Ni Argon, que yacГ­a inmГіvil en un estado indefenso; ni Thorgrin, que estaba en otro mundo en la Tierra de los Druidas; ni Alistair ni Erec, que estaban en otro mundo, en las Islas del Sur, ni Kendrick ni losl Plateados ni ninguno de los otros hombres valientes que habГ­an en aquel sitio, ninguno de ellos con los medios para combatir al dragГіn. Lo que necesitaban era magia y esto era lo que se les habГ­a agotado.

HabГ­an tenido suerte de escapar del Anillo y , ahora, ella sabГ­a que el destino los habГ­a alcanzado. Ya no podГ­an correr, ni esconderse. Era el momento de enfrentarse a la muerte que los habГ­a estado persiguiendo.

Gwendolyn se dio la vuelta hacia el horizonte que estaba delante de ella e, incluso desde allГ­, podГ­a ver la masa negra de dragones que se dirigГ­a hacia ella. TenГ­a poco tiempo; no querГ­a morir sola en aquellas orillas, sino con su gente, protegiГ©ndolos de la mejor manera que sabГ­a.

Gwen se girГі para ver el ocГ©ano por Гєltima vez, con la esperanza de ver por Гєltima vez a Guwayne. Guwayne estaba lejos de ella ahora, en algГєn lugar del horizonte, viajando ya hacia un mundo que ella nunca conocerГ­a.

Por favor, SeГ±or, rezaba Gwen. QuГ©date con Г©l. Toma mi vida en lugar de la suya. HarГ© cualquier cosa. Cuida de Guwayne. DejГЎme que vuelva a cogerlo en mis brazos. Te lo suplico. Por favor.

Gwendolin abriГі los ojos, esperando ver alguna seГ±al, quizГЎs un arco iris en el cielo, cualquier cosa.

Pero el horizonte estaba vacГ­o. No habГ­a nada aparte de nubes negras ceГ±udas, como si el universo estuviera furioso con ella por lo que habГ­a hecho.

Sollozando, Gwen dio la espalda al ocГ©ano, a lo que quedaba de su vida y empezГі a andar mГЎs rГЎpido, acercГЎndose mГЎs con cada paso a la Гєltima resistencia con su pueblo.


*

Gwen se encontraba de pie en los parapetos superiores del fuerte de Tirus, rodeada por docenas de personas de su pueblo, entre ellos sus hermanos Kendrick y Reece y Godfrey, sus primos Matus y Stara, Steffen, Aberthol, Srog, Brandt, Atme y toda la LegiГіn. Todos ellos miraban hacia el cielo, silencioso y sombrГ­o, sabedores de lo que les esperaba.

Mientras escuchaban los rugidos distantes que hacГ­an temblar la tierra, estaban allГ­ de pie, impotentes, observando como Ralibar libraba la batalla por ellos, un solo dragГіn luchando lo mejor que sabГ­a, manteniendo a raya la multitud de dragones enemigos. El corazГіn de Gwen se reanimaba mientras observaba a Ralibar luchar, tan valinete, tan osado, uno contra docenas de dragones y, aГєn asГ­, sin miedo. Ralibar escupГ­a fuego a los dragones, levantaba sus enormes garras, los araГ±aba, los agarraba y les incaba los dientes en la garganta. No sГіlo era mГЎs fuerte que los demГЎs, sino tambiГ©n mГЎs rГЎpido. MerecГ­a la pena verlo.

Mientras miraba, el corazГіn de Gwen de llenaba con la Гєltima gota de esperanza; una parte de ella se atrevГ­a a creer que quizГЎs Ralibar los podГ­a vencer. Vio como Ralibar se sumergГ­a en el agua mientras tres dragones le escupГ­an fuego en la cara, fallando el tiro por poco. Ralibar entonces se abalanzГі y clavГі sus garras en el pecho de uno de los dragones y aprovechГі este impulso para sumergirlo en el agua.

Varios dragones escupГ­an fuego en la espalda de Ralibar mientras Г©ste se sumergГ­a en el agua y Gwen observaba horrorizada como Ralibar y el otro dragГіn se convertГ­an en una bola en llamas, cayendo hacia el mar. El dragГіn resistГ­a, pero Ralibar usaba todo su peso para dirigirlo hacia las olas y pronto ambos se hundieron en el mar.

Se produjo un gran ruido siseante, junto con nubes de vapor mientras el agua apagaba el fuego. Gwen observaba expectante, con la esperanza de que estuviera bien y, unos segundos mГЎs tarde, Ralibar saliГі a la superficie, solo. El otro dragГіn tambiГ©n saliГі, pero estaba fluctuando, flotando en las olas, muerto.

Sin vacilar, Ralibar saliГі disparado hacia las docenas de otros dragones que descendГ­an hacia Г©l. Mientras bajaban con sus mandГ­bulas abiertas, apuntando hacia Г©l, Ralibar se dispuso a atacar: extendiГі sus grandes garras, echГі su cuerpo atrГЎs, abriГі sus alas y agarrГі a dos de ellos. A continuaciГіn, dio vueltas y los dirigiГі hacia el mar.

Ralibar los tenГ­a cogidos bajo sГ­, sin embargo, a la vez, una docena de dragones se precipitaron contra la espalda descubierta de Ralibar. Todo el grupo se desplomГі dentro del mar, arrastrando a Ralibar con ellos. Ralibar, aГєn luchando con valentГ­a, estaba en clara desventaja numГ©ricaВ  y se hundiГі en el mar, golpeando, agarrado por docenas de dragones, chirriando enfurecido.

Gwen tragГі saliva, su corazГіn se partГ­a mientras veГ­a a Ralibar luchando por todos ellos, allГ­ solo; no habГ­a otra cosa que deseara mГЎs que ayudarlo. PeinГі la superficie del mar esperando, anhelando alguna seГ±al de Ralibar, deseando que saliera a la superficie.

Pero, para su horror, nunca lo hizo.

Los otros dragones salieron a la superficie y marcharon volando en grupo, con la vista puesta en las Islas Superiores. Mientras soltaban un rugido y desplegaban sus alas, parecГ­an mirar directamente hacia Gwendolyn.

Gwen sintiГі como el corazГіn se le partГ­a. Su querido amigo Ralibar, su Гєltima esperanza, su Гєltima lГ­nea de defensa, estaba muerto.

Gwen se volviГі hacia sus hombres, que estaban de pie mirando conmocionados. SabГ­an lo que venГ­a a continuaciГіn: una imparable ola de destrucciГіn.

Gwen se sentГ­a pesada; abrГ­a la boca y las palabras se quedaban atrapadas en su garganta.

«¡Tocad las campanas!», dijo al fin con voz ronca. «Ordenad a nuestra gente que se refugien. Todo el que esté sobre tierra tiene que bajar, ahora. A las cuevas, a las bodegas, a cualquier sitio menos aquí. ¡Ordenádselo, ahora!»

«¡Tocad las campanas!» dijo Steffen a gritos, corriendo hacia el borde del fuerte, gritando hacia el patio. Pronto repicaron las campanas por toda la plaza. Centenares de personas de su pueblo, supervivientes del Anillo, huían ahora, corriendo a refugiarse, en dirección a las cuevas a las afueras del pueblo o apresurándose hacia las bodegas y refugios bajo tierra, preparándose para la inevitable ola de fuego que estaba por venir.

В«Mi ReinaВ», dijo Srog girГЎndose hacia ella, В«quizГЎs podrГ­amos refugiarnos todos en este fuerte. DespuГ©s de todo, estГЎ hecho de piedraВ».

Gwen negГі con la cabeza, sabiendo de lo que hablaba.

В«No entiendes la furia de estos dragonesВ», dijo ella. В«Nada sobre que estГ© sobre tierra serГЎ seguro. NadaВ».

«Pero mi señora, quizás estaremos más seguros en este fuerte», instó él. Ha resistido el paso del tiempo. Estas paredes tienen treinta centímetros de grosor. ¿No sería mejor estar aquí que bajo tierra?”

Gwen negГі con la cabeza. Entonces se oyГі un rugido y, al mirar hacia el horizonte, vio como se acercaban los dragones. Su corazГіn se le rompiГі al ver, en la distancia, como los dragones escupГ­an una pared de llamas hacia su flota, que yacГ­a en el puerto del sur. Ella observaba como sus amados barcos, la cuerda salvavidas de esta isla, los hermosos barcos que habГ­an tardado dГ©cadas en construir, eran reducidos a astillas. Se sintiГі afortunada de haber previsto esto y haber escondido unos cuantos barcos al otro lado de la isla. Si sobrevivГ­an para usarlos alguna vez.

В«No hay tiempo para debatir, todos nosotros marcharemos de este lugar inmediatamente. SeguidmeВ».

Siguieron a Gwen mientras Г©sta corrГ­a por el tejado y bajaba por las escaleras de espiral, llevГЎndolos lo mГЎs rГЎpido que podГ­a; mientras corrГ­a, Gwen instintivamente hizo el gesto de sujetar a Guwayne, entonces su corazГіn se rompiГі una vez mГЎs cuando se dio cuenta de que no estaba. SentГ­a que le faltaba una parte de ella mientras bajaba corriendo las escaleras, oyendo todas las pisadas detrГЎs de ella, bajando los peldaГ±os de dos en dos, todos ellos apresurГЎndose para estar seguros. Gwen oГ­a como los rugidos de los dragones se acercaban, haciendo temblar ya aquel sitio y ella sГіlo rezaba para que Guwayne estuviera seguro.

Gwen saliГі del castillo y cruzГі corriendo el patio con los demГЎs, todos ellos corriendo hacia la entrada de las mazmorras, en las que ya hacГ­a tiempo que no habГ­a ningГєn prisionero. Algunos de sus soldados se esperaban en las puertas de acero, que daban paso a los escalones que llevaban bajo tierra y, antes de entrar, Gwen se parГі y se girГі hacia su pueblo.

Ella vio a varias personas todavГ­a corriendo por el patio, gritando de miedo, aturdidos, sin saber a dГіnde ir.

«¡Venid aquí!», gritó. «¡Venid bajo tierra! ¡Todos vosotros!»

Gwen se hizo a un lado para asegurarse que todos estaban seguros primero y, uno a uno, su gente pasaba corriendo por delante de ella, bajando por las escaleras de piedra hacia la oscuridad.

Las Гєltimas personas que se pararon y quedaron con ella fueron sus hermanos, Kendrick y Reece y Godfrey, junto con Steffen. Los cinco se volvieron y examinaron el cielo juntos, mientras otro rugido demoledor se aproximaba.

La manada de dragones estaba tan cerca ahora que Gwen podГ­a verlos, apenas a varios cientos de metros, con sus grandes alas mГЎs grandes que lo que jamГЎs habГ­a visto, sus caras llenas de furia. Sus grandes mandГ­bulas estaban totalmente abiertas, como si estuvieran esperando a destrozarlos y cada uno de sus dientes era tan grande como Gwendolyn.

O sea que, pensГі Gwendolyn, esta es la apariencia de la muerte.

Gwen echГі una Гєltima mirada a su alrededor y vio centenares de sus gentes en sus nuevas casas sobre tierra, negГЎndose a bajar.

«¡Les dije que se pusieran bajo tierra!», gritó Gwen.

В«Algunos de los nuestros escucharonВ», observГі Kendrick entristecido, moviendo la cabeza, В«pero muchos otros noВ».

Gwen sintiГі como se hacГ­a pedazos por dentro. SabГ­a lo que les pasarГ­a a los que se quedaban sobre tierra. ВїPor quГ© su gente tenГ­a que ser siempre tan terca?

Y entonces sucediГі, el primer fuego de los dragones vino rodando hacia ellos, suficientemente lejos para no quemarlos, pero tan cerca que Gwen podГ­a sentir como el calor abrasaba su cara. Observaba horrorizada como los gritos se alzaban, provenientes de su gente del otro lado del patio que habГ­an decidido esperar sobre tierra, dentro de sus moradas o dentro del fuerte de Tirus. El fuerte de piedra, tan indГіmito sГіlo unos momentos antes, estaba ahora ardiendo, saliendo las llamas disparadas de los lados, por delante y por detrГЎs, como si se tratara de una casa de fuego, su piedra chamuscada y quemada en tan sГіlo un momento. Gwen tragГі saliva con dificultad, sabiendo que si hubieran intentado esperar allГ­ fuera en el fuerte estarГ­an todos muertos.

Otros no habГ­an tenido tanta suerte: gritaban, en llamas, y corrГ­an por las calles para acabar desplomГЎndose en el suelo. El terrible olor a carne quemada cortaba el aire.

В«Mi seГ±oraВ», dijo Steffen, В«debemos bajar. ВЎAhora!В»

Gwen no podГ­a soportar marcharse de allГ­, pero sabГ­a que Г©l tenГ­a razГіn. Se dejГі guiar por los demГЎs, arrastrarse a travГ©s de las puertas, por las escaleras,В  hacia la oscuridad, mientras una ola de llamas venГ­a rodando hacia ella. Las puertas de acero se cerraron de golpe justo un segundo antes de que las llamas la atraparan y, al oГ­r cГіmo retumbaban detrГЎs de ella, sintiГі cГіmo una puerta se cerraba de golpe en su corazГіn.




CAPГЌTULO DOS


Alistair, llorando, se arrodillГі al lado del cuerpo de Erec, agarrГЎndolo con fuerza, con el vestido de boda cubierto por su sangre. Mientras lo abrazaba todo su mundo daba vueltas, sentГ­a como sus Гєltimas fuerzas le estaban abandonando. Erec, acribillado por heridas de puГ±alada, gemГ­a y ella podГ­a notar por el ritmo de sus pulsaciones que estaba muriendo.

«¡NO!» Alistair protestó, meciéndolo en sus brazos, balanceándolo. Sentía como su corazón se partía en dos mientras lo abrazaba, sentía como si ella misma estuviera muriendo. Este hombre con el que había estado a punto de casarse, que la había mirado con tanto amor sólo unos momentos antes, ahora yacía casi sin vida en sus brazos; apenas podía asumirlo. Había recibido el golpe tan inesperadamente, tan lleno de amor y alegría; lo había cogido desprevenido por su culpa. Por culpa de su estúpido juego, al pedirle que cerrara los ojos mientras ella se aproximaba con su vestido. Alistair se sentía abrumada por la culpabilidad, como si todo fuera culpa suya.

В«AlistairВ», gimiГі Г©l.

Ella mirГі hacia abajo y vio sus ojos medio abiertos, vio como se iban apagando, como la fuerza de la vida los iba abandonando.

В«Quiero que sepas que esto no es culpa tuyaВ», susurrГі. В«Y quiero que sepas lo mucho que te quieroВ».

Alistair lloraba, abrazГЎndolo contra su pecho, sintiendo como se iba enfriando. Mientras lo hacГ­a, algo saltГі en su interior, algo que sentГ­a la injusticia de todo aquello, algo que se negaba por completo a dejarlo morir.

Alistair de repente sintiГі un hormigueo que le era familiar, como miles de pinchazos en las puntas de sus dedos, y sintiГі un sofoco por todo su cuerpo, de la cabeza a los dedos de los pies. Una extraГ±a fuerza se apoderГі de ella, algo fuerte y primal, algo que ella no comprendГ­a; se hizo mГЎs fuerte que cualquier otra oleada de fuerza que hubiera sentido en su vida, como un espГ­ritu externo apoderГЎndose de su cuerpo. SentГ­a como sus manos y brazos ardГ­an y refelexivamente alargГі las palmas de sus manos y las colocГі en el pecho y la frente de Erec.

Alistair las mantuvo allГ­, sus manos quemando cada vez mГЎs, y cerrГі los ojos. Por su mente pasaban imГЎgenes rГЎpidamente. VeГ­a a Erec de joven, dejando las Islas del Sur, tan orgulloso y noble, de pie en un barco alto; lo veГ­a entrando a la LegiГіn; uniГ©ndose a Los Plateados; en los torneos, llegando a ser un campeГіn, derrotando a los enemigos, defendiendo el Anillo. Lo veГ­a sentado erguido, con la postura perfecta sobre su caballo, vestido en brillante plata, un modelo de nobleza y coraje. SabГ­a que no podГ­a dejarlo morir; el mundo no podГ­a permitirse dejarlo morir.

Las manos de Alistair cada vez estaban mГЎs calientes. AbriГі sus ojos y vio como los de Г©l se cerraban. TambiГ©n vio una luz blanca que emanaba de sus manos, extendiГ©ndose sobre Erec; lo vio infundido en ella, rodeado por una esfera. Mientras miraba, veГ­a como sus heridas filtraban la sangre, empezando a cerrarse lentamente.

Los ojos de Erec se abrieron repentinamente, llenos de luz, y ella sintiГі como algo cambiaba dentro de Г©l. Su cuerpo, tan frГ­o unos momentos antes, empezaba a calentarse. SentГ­a como su fuerza vital estaba volviendo.

Erec mirГі hacia ella, sorprendido y maravillado, y Alistair, a la vez, sentГ­a como su propia energГ­a mermaba, su propia fuerza vital disminuГ­a mientras se la pasaba a Г©l.

Los ojos de Г©l se cerraron y se sumiГі en un sueГ±o profundo. Las manos de ella de repente se enfriaron. Ella comprobГі el pulso de Г©l y sintiГі como volvГ­a a la normalidad.

SuspirГі con gran alivio, sabiendo que lo habГ­a reanimado. Sus manos temblaban, agotadas por la experiencia. Ella se sentГ­a exhausta, pero aГєn asГ­ eufГіrica.

Gracias, Dios, pensaba mientras se inclinaba , apoyando la cara en su pecho y lo abrazaba con lГЎgrimas de alegrГ­a. Gracias por no llevarte a mi marido de mi lado.

Alistair dejГі de llorar, mirГі a su alrededor y comprendiГі la escena: vio la espada de Bowyer allГ­ tirada en la piedra, su empuГ±adura y su filo cubiertos de sangre. Odiaba a Bowyer con una pasiГіn mayor de la que ella podГ­a concebir y estaba dispuesta a vengar a Erec.

Alistair se acercГі a coger la espada sangrienta, sus palmas se cubrieron de sangre al cogerla para examinarla. Estaba dispuesta a tirarla, para ver cГіmo chocaba con gran estruendo al otro lado de la habitaciГіn cuando, de repente, la puerta de la habitaciГіn se abriГі de golpe.

Alistair se girГі, con la espada sangrienta en la mano, y vio a la familia de Erec entrando precipitadamente a la habitaciГіn, flanqueados por una docena de soldados. Mientras se acercaban sus expresiones de alarma se volvieron de horror, mientras todos miraban de ella a Erec, inconsciente.

«¿Qué has hecho?» gritó Dauphine.

Alistair la mirГі, sin entender nada.

«¿Yo?» preguntó. «Yo no he hecho nada».

Dauphine fruncГ­a el ceГ±o mientras se acercaba enfurecida.

«¿Ah, no?» dijo. «¡Sólo has matado a uno de nuestros mejores y más grandes caballeros!»

Alistair la mirГі fijamente horrorizada y de repente se dio cuenta de que todos la estaban mirando como si fuera una asesina.

MirГі hacia abajo y vio la espada sangrienta en su mano, las manchas de sangre en su mano y por todo su vestido y entendiГі que todos pensaban que lo habГ­a hecho.

«¡Pero yo no lo apuñalé!» protestó Alistair.

«¿No?» la acusó Dauphine. «Entonces, ¿la espada apareció en tu mano por arte de magia?»

Alistair miraba por toda la habitaciГіn mientras todos se agolpaban alrededor de ella.

В«Fue un hombre el que lo hizo. El hombre que lo desafiГі en el campo de batalla: BowyerВ».

LosВ  otros se miraban entre ellos, escГ©pticos.

«Entonces, ¿así fue?» contestó Dauphine. «¿Y dónde está este hombre?» preguntó, mirando por toda la habitación.

Alistair no vio ni rastro de Г©l y se dio cuenta de que todos pensaban que mentГ­a.

В«HuyГіВ», dijo ella. В«DespuГ©s de apuГ±alarloВ».

В«Y entonces, ВїcГіmo fue a parar esta espada sangrienta a tu mano?В» contestГі Dauphine.

Alistair mirГі con horror a la espada que tenГ­a en su mano y la arrojГі al suelo, haciendo que sonara con estruendo sobre la piedra.

В«Pero, Вїpor quГ© iba yo a matar al que iba a ser mi marido?В» preguntГі.

В«Eres una hechizeraВ», dijo Dauphine,acusГЎndola ahora. В«No se puede confiar en los de tu especie. ВЎOh, mi hermano!В» dijo Dauphine, corriendo rГЎpido al frente, cayendo de rodillas al lado de Erec, interponiГ©ndose entre Г©l y Alistair. Dauphine abrazГі a Erec, apretГЎndolo con fuerza.

«¿Qué has hecho?», dijo Dauphine entre lágrimas.

«¡Pero yo soy inocente!» exclamó Alistair.

Dauphine se girГі hacia ella con una expresiГіn de odio y despuГ©s se dirigiГі a todos los soldados.

«¡Arrestadla!» ordenó.

Alistair sintiГі unas manos que la agarraban por detrГЎs y, de un tirГіn, la ponГ­an de pie. No le quedaba energГ­a y no pudo hacer nada para evitar que los guardias le ataran las muГ±ecas a la espalda y empezaran aВ  arrastrarla. Le importaba poco lo que pudiera pasarle, sin embargo, mientras la arrastraban, no podГ­a soportar la idea de estar lejos de Erec. No ahora, no cuando mГЎs la necesitaba. La curaciГіn que le habГ­a dado era sГіlo temporal; ella sabГ­a que necesitarГ­a otra sesiГіn y, si no la tenГ­a, morirГ­a.

«¡NO!» gritó. «¡Soltadme!»

Pero sus gritos cayeron en oГ­dos sordos mientras la arrastraban, encadenada, como si fuera otro prisionero cualquiera.




CAPГЌTULO TRES


Thor se cubriГі los ojos con las manos, ciego por la luz, mientras las brillanes puertas doradas del castillo de su madre se abrГ­an de par en par, tan intensa que apenas podГ­a ver. Una figura se acercГі a Г©l, una silueta, una mujer que el sentГ­a, en cada tejido de su ser, que era su madre. El corazГіn de Thor palpitaba cuando la vio allГ­ de pie, con los brazos a los lados, frente a Г©l.

Poco a poco la luz empezГі a apagarse, lo suficiente para poder bajar sus manos y mirarla. Era el momento que habГ­a esperado toda su vida, el momento que lo habГ­a perseguido en sueГ±os. No podГ­a creerlo: era ella de verdad. Su madre. Dentro de este castillo, encaramado en este acantilado. Thor abriГі los ojos por completo y los fijГі en ella por primera vez, allГ­ de pie, a unos cuantos metros de distancia, mirГЎndolo tambiГ©n. Por primera vez, vio su cara.

La respiraciГіn de Thor quedГі atrapada en su garganta mientras miraba a la mujer mГЎs hermosa que nunca habГ­a visto. ParecГ­a atemporal, mayor y joven a la vez, su piel casi translГєcida, su cara brillante. Ella le sonriГі dulcemente, su largo cabello rubio cayendo por debajo de su barriga, sus grandes ojos grises translГєcidos y brillantes, su mejilla perfectamente esculpida y la lГ­nea de su mandГ­bula igual que la suya propia. Lo que mГЎs sorprendГ­a a Thor mientras la miraba era que podГ­a reconocer muchos de sus propios rasgos en su cara: la curva de su mandГ­bula, sus labios, la sombra de sus ojos grises, incluso su orgullosa frente. En algunos aspectos, era como mirarse a sГ­ mismo. TambiГ©n se parecГ­a notablemente a Alistair.

La madre de Thor, vestida con tГєnica y capa de seda blanca, con la capucha hacia atrГЎs, estaba de pie con las manos a los lados, sin joyas, las manos suaves, la piel como la de un bebГ©. Thor podГ­a sentir la intensa energГ­a que rezumaba de ella, mГЎs intensa de lo que Г©l nunca habГ­a sentido, como el sol, envolviГ©ndolo. Mientras estaba allГ­ disfrutando de ello, sentГ­a olas de amor que se dirigГ­an hacia Г©l. Nunca habГ­a sentido un amor y una aceptaciГіn tan incondicionales. Se sentГ­a como en casa.

Estando aquГ­, delante de ella, Thor sentГ­a como si finalmente una parte de Г©l estuviera completa, como si todo estuviera bien en el mundo.

В«Thorgrin, hijo mГ­oВ», dijo ella.

Era la voz mГЎs bonita que jamГЎs habГ­a escuchado, suave, retumbando en las antiguas paredes de piedra del castillo, sonando como si hubiera descendido del mismo cielo. Thor estaba allГ­ conmocionado, sin saber quГ© hacer o decir. ВїTodo esto era real? Se preguntГі por un momento si todo era otra creaciГіn de la Tierra de los Druidas, otro sueГ±o mГЎs, o su mente le estaba jugando malas pasadas. Г‰l habГ­a deseado abrazar a su madre desde que tenГ­a uso de razГіn y dio un paso hacia adelante decidido a saber si ella era una apariciГіn.

Thor se acercГі para abrazarla temiendo que su abrazo abarcara sГіlo aire o que todo esto fuera sГіlo una ilusiГіn. Pero mientras Thor se acercaba notaba que sus brazos la envolvГ­an, sentГ­a como abrazaba a una persona real y sentГ­a como ella lo abrazaba. Era la sensaciГіn mГЎs increГ­ble del mundo.

Ella lo abrazГі fuerte y Thor estaba eufГіrico de saber que ella era real. Que todo esto era real. Que Г©l tenГ­a una madre, que realmente existГ­a, que estaba allГ­ en persona, en esta tierra de ilusiГіn y fantasГ­a y que a ella realmente le importaba.

DespuГ©s de un buen rato se apartaron el uno del otro y Thor, con lГЎgrimas en los ojos, la mirГі y vio que tambiГ©n habГ­a lГЎgrimas en sus ojos.

В«Estoy muy orgullosa de ti, hijo mГ­oВ», dijo.

Г‰l la mirГі, sin saber quГ© decir.

В«Has completado tu viajeВ», aГ±adiГі. В«Mereces estar aquГ­. Te has convertido en el hombre que siempre supe que serГ­asВ».

Thor la mirГі, fijГЎndose en todos sus rasgos, todavГ­a sorprendido por el hecho de que existiera y preguntГЎndose quГ© podГ­a decir. Toda su vida habГ­a tenido muchas preguntas para ella; y aГєn asГ­, ahora que la tenГ­a delante, no se le ocurrГ­a nada. No estaba seguro ni por dГіnde empezar.

В«Ven conmigoВ», le dijo, girГЎndose, В«y te enseГ±arГ© este sitio, este sitio donde tГє nacisteВ».

Ella sonriГі y extendiГі su mano y Thor se la agarrГі.

Entraron uno al lado del otro al castillo, su madre mostrГЎndole el camino, la luz rezumaba de ella y rebotaba en las paredes. Thor lo contemplaba todo maravillado: era el lugar mГЎs resplandeciente que jamГЎs habГ­a visto, sus paredes hechas de oro reluciente, todo brillante, perfecto, surreal. Se sentГ­a como si hubiera venido a un castillo mГЎgico en el cielo.

Pasaron por un largo pasillo con altos techos arqueados, la luz rebotando por todas partes. Thor mirГі hacia abajo y vio que el suelo estaba recubierto de diamantes, suaves, brillando como un millГіn de puntos de luz.

«¿Por qué me abandonaste?» preguntó de repente Thor.

Estas eran las primeras palabras que Thor decГ­a y le sorprendieron incluso a Г©l. De todas las cosas que le querГ­a preguntar esta fue, por alguna razГіn, la que saliГі primero y se sintiГі avergonzado y apenado de no tener nada mГЎs bonito que decir. No era su intenciГіn haber sido tan brusco.

Pero la sonrisa compasiva de su madre no desfalleciГі. Ella andaba a su lado, mirГЎndolo con amor puro y Г©l pudo sentir tal amor y aceptaciГіn por su parte, podГ­a sentir que no lo juzgaba, dijera lo que dijera.

«Tienes razón de estar enfadado conmigo», dijo ella. “Necesito pedirte perdón. Tú y tu hermana significáis para mi más que nada en el mundo. Yo os quería criar aquí, pero no pude. Porque los dos sois especiales. Los dos».

Giraron hacia otro pasillo y su madre se parГі y se girГі hacia Thor.

В«TГє no eres un simple Druida, Thorgrin, ni un simple guerrero. Eres el mayor guerrero que nunca ha existido, o existirГЎ y el mayor Druida tambiГ©n. El tuyo es un destino especial; tu vida debe ser mГЎs grande, mucho mГЎs grande que este sitio. Son una vida y un destino que deben compartirse con el mundo. Г‰sta es la razГіn por la que te dejГ© ir. DebГ­a dejarte salir al mundo, para que te convirtieras en el hombre que eres, para que tuvieras las experiencias que has tenido y para que aprendieras a convertirte en el guerrero que debГ­as serВ».

Ella respirГі profundamente.

В«Sabes, Thorgrin, no es el retiro y el privilegio lo que hace a un guerrero, sino el esfuerzo y el trabajo, el sufrimiento y el dolor. Sobre todo el dolor. Me mataba verte sufrir y, sin embargo, paradГіjicamente, aquello era lo que mГЎs necesitabas para convertirte en el hombre en el que te has convertido. ВїComprendes, Thorgrin?В»

Por primera vez en su vida, Thor lo comprendiГі. Por primera vez todo tenГ­a sentido. PensГі en todo el sufrimiento con el que se habГ­a encontrado en su vida: haberse criado sin una madre, tratado como el lacayo de sus hermanos por un padre que lo odiaba, en un pequeГ±o pueblo asfixiante, visto por todos como un cero a la izquierda. Su educaciГіn habГ­a sido una larga cadena de ultrajes.

Pero ahora empezaba a ver que lo necesitaba; que todo aquel esfuerzo y tribulaciГіn eran necesarios.

В«Todo tu trabajo, tu independencia, tu lucha por encontrar tu caminoВ», aГ±adiГі su madre, В«fueron mi regalo para ti. Fue mi regalo para hacerte mГЎs fuerteВ».

Un regalo, pensГі Thorgrin para sГ­ mismo. Nunca antes lo habГ­a visto asГ­. En su momento, parecГ­a lo mГЎs alejado a un regalo, sin embargo ahora, mirando hacia atrГЎs, supo que era exactamente eso. Mientras decГ­a estas palabras, Г©l se daba cuenta de que ella tenГ­a razГіn. Toda la adversidad que se habГ­a encontrado en su vida habГ­a sido un regalo, que lo habГ­a ayudado a moldearse en lo que se habГ­a convertido.

Su madre se girГі y continuaron andando uno al lado del otro por el castillo, y la mente de Thor daba vueltas a un millГіn de preguntas que hacerle.

«¿Eres real?» preguntó Thor.

Una vez mГЎs se avergonzГі de ser tan brusco y, una vez mГЎs, se encontrГі a sГ­ mismo haciendo una pregunta que no esperaba. Sin embargo, sentГ­a un fuerte deseo de saberlo.

«¿Este lugar es real?» añadió Thor. «¿O es sólo una ilusión, un producto de mi propia imaginación, como el resto de esta tierra?»

Su madre le sonriГі.

В«Soy tan real como tГєВ», le respondiГі.

Thor asintiГі, seguro de la respuesta.

В«Tienes razГіn en que la Tierra de los Druidas es una tierra de ilusiГіn, una tierra mГЎgica dentro de ti mismoВ», aГ±adiГі. В«Yo soy muy real pero a la vez, como tГє, soy un Druida. Los Druidas no estamos tan atados a lugares fГ­sicos como lo estГЎn los humanos. Lo que significa que una parte de mi vive aquГ­, mientras una parte de mГ­ vive en otro lugar. Г‰ste es el motivo por el que siempre estoy contigo, incluso aunque no me puedas ver. Los Druidas estamos en todas partes y en ningГєn sitio a la vez. Estamos con un pie en dos mundos diferentes, en los que los demГЎs no estГЎnВ».

В«Como ArgonВ», respondiГі Thor, recordando la mirada distante de Argon, cГіmo a veces aparecГ­a y desaparecГ­a, cГіmo estaba en todas partes y en ningГєn sitio a la vez.

Ella asintiГі.

В«SГ­В», ella contestГі. В«Igual que mi hermanoВ».

Thor la mirГі boquiabierto, sobresaltado.

«¿Tu hermano?» repitió.

Ella asintiГі.

В«Argon es tu tГ­oВ», dijo ella. В«Te quiere mucho. Siempre lo ha hecho. Y a Alistair tambiГ©nВ».

Thor, abrumado, reflexionaba sobre todo aquello.

Su ceГ±o se fruncГ­a mientras pensaba en algo.

В«Pero para mГ­ es diferenteВ», dijo Thor. В«Yo no siento igual que tГє. Yo siento mГЎs apego a los lugares que tГє. Yo no puedo viajar a otros mundos tan libremente como ArgonВ».

В«Eso se debe a que eres medio humanoВ», le contestГі ella.

Thor pensГі en aquello.

«Yo estoy aquí ahora, en este castillo, en mi hogar», dijo él. «Éste es mi hogar, ¿verdad?»

В«SГ­В», respondiГі ella. В«Lo es. Tu verdadero hogar. Igual que cualquier otro hogar que tengas en el mundo. AГєn asГ­, los Druidas no estamos tan apegados al concepto de hogarВ».

В«AsГ­ pues, si yo quisiera quedarme aquГ­, a vivir aquГ­, ВїpodrГ­a hacerlo?В», preguntГі Thor.

Su madre negГі con la cabeza.

В«NoВ», dijo ella. В«Porque tu tiempo aquГ­, en la Tierra de los Druidas, es finito. Tu llegada aquГ­ estaba en tu destino, aГєn asГ­ sГіlo puedes visitar la Tierra de los Druidas una vez. Cuando te marches, no podrГЎs regresar nunca. Este lugar, este castillo, todo lo que ves y conoces aquГ­, este sitio de tus sueГ±os, que has visto durante muchos aГ±os, todo desaparecerГЎ. Como un rГ­o que no se puede pisar dos vecesВ».

«¿Y tú?» preguntó de repente Thor asustado.

Su madre negГі con la cabeza dulcemente.

В«No volverГЎs a verme nunca tampoco. De esta manera. Pero siempre estarГ© contigoВ».

Thor estaba cabizbajo con ese pensamiento.

В«Pero no lo entiendoВ», dijo Thor. В«Al fin te encontrГ©. Al fin encontrГ© este sitio, mi hogar. ВїY ahora me dices que es sГіlo por esta vez?В»

Su madre suspirГі.

В«El hogar del guerrero estГЎ allГ­ fuera en el mundoВ», dijo ella. В«Es tu deber estar ahГ­ fuera, para ayudar a los demГЎs, para defender a los demГЎs y para ser siempre mejor guerrero. Siempre puedes ser mejor. Los guerreros no deben estar en un solo sitio, especialmente un guerrero con un gran destino como el tuyo. Te encontrarГЎs con grandes cosas en tu vida: grandes castillos, grandes ciudades, grandes pueblos. AГєn asГ­ no debes aferrarte a nada. La vida es una gran corriente, y debes dejar que te lleve a dГіnde quieraВ».

Thor frunciГі el ceГ±o, intentando comprenderlo. Era demasiado para poder asumirlo de golpe.

В«Siempre pensГ© que, una vez te encontrara, mi mГЎs grande bГєsqueda se acabarГ­aВ».

Ella le sonriГі.

В«Esa es la naturaleza de la vidaВ», contestГі ella. В«Nos conceden grandes bГєsquedas, o las escogemos para nosotros y partimos para conseguirlas. Nunca creemos de verdad que podamos conseguirlas y, aГєn asГ­, de alguna manera, lo hacemos. Una vez hecho, una vez se ha completado una bГєsqueda, de alguna manera esperamos que nuestras vidas han llegado a su fin. Pero nuestras vidas no han hecho mГЎs que empezar. Escalar una cima es una granВ  hazaГ±a por sГ­ misma pero, aГєn asГ­, te lleva a otra cima mГЎs grande. Completar una bГєsqueda te embarca en otra bГєsqueda mГЎs grandeВ».

Thor la mirГі sorprendido.

В«AsГ­ esВ», dijo ella, leyГ©ndole la mente. В«Encontrarme a mГ­ te llevarГЎ a otra bГєsqueda mГЎs grandeВ».

«¿Qué otra búsqueda puede haber?» preguntó Thor. «¿Qué puede ser más grande que encontrarte a ti?»

Ella le sonriГі, con los ojos llenos de sabidurГ­a.

В«No puedes ni imaginarte las bГєsquedas que te esperanВ», dijo ella. В«Algunas personas vienen a esta vida con una Гєnica bГєsqueda. Algunas personas con ninguna. Pero tГє, Thorgrin, has nacido con un destino de doce bГєsquedasВ».

«¿Doce?» repitió Thor con estupor.

Ella asintiГі.

В«La Espada del Destino era una. La completaste maravillosamente. Encontrarme a mГ­ fue otra. Has completado las dos. Te quedan diez mГЎs, diez bГєsquedas incluso mГЎs grandes que estas dosВ».

«¿Diez más?» preguntó él. «¿Más grandes? ¿Cómo es posible?»

В«DГ©jame que te lo muestreВ», dijo ella, mientras se colocaba a su lado y lo rodeaba con su brazo, guiГЎndolo gentilmente pasillo abajo. Lo guiГі a travГ©s de una puerta de brillantes zafiros que conducГ­a a una habitaciГіn hecha completamente de relucientes zafiros verdes.

La madre de Thor lo condujo a travГ©s de la habitaciГіn hacia una enorme ventana arqueada hecha de cristal. Thor estaba de pie junto a ella, colocГі una mano en el cristal, sintiendo que necesitaba hacerlo, y mientras lo hacГ­a, los dos cristales se abrieron suavemente.

Thor mirГі hacia el ocГ©ano, un majestuoso panorama desde aquГ­, cubierto por una cegadora neblina, una blanca luz que rebotaba por todas partes, haciendo que pareciera que estaban encaramados en el mismo cielo.

В«Mira hacia fueraВ», dijo ella. В«Dime lo que vesВ».

Thor mirГі hacia fuera y, al pricipio, no vio nada, aparte del ocГ©ano y la blanca neblina. Sin embargo, la neblina pronto se volviГі mГЎs brillante, el ocГ©ano empezГі a desaparecer y empezaron a pasar imГЎgenes rГЎpidamente por delante de Г©l.

Lo primero que vio Thor fue a su hijo, Guwayne, flotando en una pequeГ±a barca en el mar.

El corazГіn de Thor se acelerГі preso por el pГЎnico.

«Guwayne», dijo. «¿Es eso cierto?»

В«Ahora mismo estГЎ perdido en el marВ», dijo ella. В«Te necesita. Encontrarlo serГЎ una de las grandes bГєsquedas de tu vidaВ».

Mientras Thor observaba a Guwayne flotando, sintiГі el impulso de dejar inmediatamente aquel lugar para salir corriendo hacia el ocГ©ano.

«¡Debo irme con él, ahora!»

Su madre puso la mano en su muГ±eca para calmarlo.

В«Mira lo que te queda por verВ», dijo ella.

Thor mirГі hacia fuera y vio a Gwendolyn y su pueblo; sentados acurrucados en una isla de rocas preparados para soportar una bandada de dragones que descendГ­a del cielo, cubriГ©ndolos. Vio una pared de llamas, cuerpos ardiendo, gente chillando de agonГ­a.

El corazГіn de Thor palpitaba con prisa.

«Gwendolyn»,” gritó Thor. «Debo ir donde está ella».

Su madre asintiГі.

В«Te necesita, Thorgrin. Todos ellos te necesitan, y tambiГ©n necesitan un nuevo hogarВ».

Mientras Thor continuaba observando, vio como el paisaje se transformaba y vio como el Anillo entero estaba devastado, un paisaje ennegrecido, el millГіn de hombres de RГіmulo cubriendo cada centГ­metro del mismo.

В«El AnilloВ», dijo horrorizado. В«Ya no existeВ».

Thor sintiГі un ardiente deseo de salir corriendo de allГ­ y rescatarlos a todos ellos ahora mismo.

Su madre cerrГі la ventana, Г©l se volviГі y la mirГі.

В«Estas son sГіlo algunas de las bГєsquedas que te esperanВ», dijo ella. В«Tu hijo te necesita, Gwendolyn te necesita, tu pueblo te necesita y, mГЎs allГЎ de eso, tendrГЎs que prepararte para el dГ­a en que seas ReyВ».

Thor abriГі los ojos sorprendido.

«¿Yo? ¿Rey?»

Su madre asintiГі.

В«Es tu destino, Thorgrin. Eres la Гєltima esperanza. Eres tГє quiГ©n debe ser Rey de los DruidasВ».

«¿Rey de los Druidas?», preguntó, intentando entenderlo. «Pero…no lo entiendo. Yo pensaba que estaba en la Tierra de los Druidas».

В«Los Druidas ya no viven aquГ­В», explicГі su madre. В«Somos una naciГіn en el exilio. Ahora viven en un reino lejano, en las lejanas lindes del Imperio y corren un grave peligro. Tu destino es convertirte en su Rey. Te necesitan y tГє los necesitas a ellos. Colectivamente, necesitaremos tu poder para luchar contra el mГЎs gran poder conocido por nosotros. Una amenaza mucho mГЎs grande que los dragonesВ».

Thor la mirГі pensativo.

В«Estoy muy confundido, MadreВ», admitiГі.

В«Esto se debe a que tu entrenamiento no estГЎ completo. Has avanzado mucho, pero no has empezado todavГ­a a alcanzar los niveles que necesitarГЎs para ser un gran guerrero. ConocerГЎs nuevos profesores poderosos que te guiarГЎn, que te llevarГЎn a niveles mГЎs altos de lo que puedas imaginarte. TodavГ­a no has empezado a ver al guerrero en el que te convertirГЎsВ».

В«Y necesitarГЎs todo su entrenamientoВ», continuГі ella. В«Te encontrarГЎs con imperios monstruosos, reinos mГЎs grandes que cualquieraВ  que hayas visto jamГЎs. Te encontrarГЎs con tiranos salvajes, que harГЎn que AndrГіnico te parezca nadaВ».

Su madre lo examinГі con los ojos llenos de sabidurГ­a y compasiГіn.

В«La vida siempre es mГЎs grande de lo que imaginas, ThorgrinВ», continuГі. В«Siempre mГЎs grande. El Anillo, bajo tu perspectiva, es un gran reino, el centro del mundo. Pero es un reino pequeГ±o comparado con el resto del mundo; no es mГЎs que una mota dentro del Imperio. Existen mundos, Thorgrin, mГЎs allГЎ de lo que puedas imaginar, mГЎs grandes de lo que jamГЎs hayas visto. TodavГ­a no has empezado a vivirВ». Hizo una pausa. В«NecesitarГЎs estoВ».

Thor mirГі hacia abajo al notar algo en su muГ±eca y vio cГіmo su madre le abrochaba un brazalete de varios centГ­metros de anchura, que le cubrГ­a medio antebrazo. Era de oro brillante, con un Гєnico diamante negro en el centro. Era la cosa mГЎs bonita y mГЎs poderosa que jamГЎs habГ­a visto y, colocado allГ­ en su muГ±eca, sentГ­a como su poder vibraba y se le infundГ­a en Г©l.

В«Mientras lo lleves puestoВ», dijo ella, В«ningГєn hombre nacido de mujer podrГЎ hacerte daГ±oВ».

Thor la mirГі y en su mente pasaban rГЎpidamente las imГЎgenes que habГ­a visto mГЎs allГЎ de las ventanas de cristal y sintiГі de nuevo la urgencia por Guwayne, de salvar a Gwendolyn, de salvar a su pueblo.

Pero una parte de Г©l no querГ­a irse de aquГ­, de este lugar de sus sueГ±os al que nunca podrГ­a volver, no querГ­a dejar a su madre.

ExaminГі su brazalete, sintiendo como su poder lo inundaba. SentГ­a como si llevara un pedazo de su madre.

«¿Ésta es la razón por la que teníamos que encontrarnos?» preguntó Thor. «¿Para que pudiera recibir esto?»

Ella asintiГі.

В«Y mГЎs importante aГєnВ», dijo ella, В«para recibir mi amor. Como guerrero, tendrГЎs que aprender a odiar. Pero es igual de importante que aprendas a amar. El amor es la mГЎs fuerte de las dos fuerzas. El odio puede matar a un hombre, pero el amor lo puede levantar y se necesita mГЎs poder para sanar que para matar. Debes conocer el odio, pero tambiГ©n debes conocer el amor y debes saber cuando elegir a cada uno de ellos. Debes aprender no sГіlo a amar, sino tambiГ©n a permitirte recibir amor. Igual que necesitamos nuestras comidas necesitamos el amor. Debes saber lo mucho que te quiero. Lo mucho que te acepto. Lo orgullosa que estoy de ti. Debes saber que siempre estoy contigo. Y debes saber que nos volveremos a encontrar. Mientras tanto, deja que todo mi amor te lleve. Y mГЎs importante, permГ­tete quererte y aceptarteВ».

La madre de Thor se adelantГі y lo abrazГі y Г©l la abrazГі a ella. Era una sensaciГіn tan buena tenerla entre los brazos, saber que tenГ­a una madre, una madre de verdad, que existГ­a en el mundo. Mientras la abrazaba, se sentГ­a lleno de amor, y eso le hacГ­a sentirse apoyado, nacido de nuevo, preparado para enfrentarse a todo.

Thor se hizo para atrГЎs y la mirГі a los ojos. Eran sus ojos, ojos grises, destelleantes.

Ella posГі sus manos en su cabeza, se inclinГі y le besГі la frente. Thor cerrГі los ojos y deseГі que el momento nunca acabara.

Thor, de repente, sintiГі una fresca brisa en sus brazos, oyГі el sonido de olas chocando, sintiГі el aire hГєmedo del ocГ©ano. AbriГі los ojos y mirГі alrededor sorprendido.

Para su sorpresa, su madre habГ­a desaparecido. El castillo habГ­a desaparecido. El acantilado habГ­a desaparecido. MirГі a su alrededor y vio que estaba en una playa, la playa escarlata que estГЎ a la entrada de la Tierra de los Druidas. De alguna manera habГ­a salido de la Tierra de los Druidas. Y estaba completamente solo.

Su madre se habГ­a esfumado.

Thor mirГі a su muГ±eca, a su nuevo brazalete de oro con el diamante negro en el centro, y se sintiГі transformado. SintiГі que su madre estaba con Г©l, sintiГі su amor, se sintiГі capaz de conquistar el mundo. Se sintiГі mГЎs fuerte de lo que jamГЎs se habГ­a sentido. Se sintiГі preparado para dirigirse a la batalla contra cualquier enemigo, salvar a su esposa, a su hijo.

Al oГ­r un ronroneo Thor dio un vistazo a su alrededor y se alegrГі de ver a Mycoples sentado no muy lejos, levantando lentamente sus grandes alas. Ella ronroneГі y se dirigiГі hacia Г©l y Thor sintiГі que Mycoples estaba preparada tambiГ©n.

Mientras se aproximaba Thor mirГі hacia abajo y se sorprendiГі de ver algo posado en la playa, que habГ­a estado oculto tras ella. Era blanco, grande y redondo. Thor lo mirГі de cerca y vio que era un huevo.

El huevo de un dragГіn.

Mycoples mirГі hacia Thor y Thor la mirГі a ella, sorprendido. Mycoples mirГі de nuevo al huevo con tristeza, sin querer abandonarlo pero sabiendo que tenГ­a que hacerlo. Thor mirГі al huevo maravillado y preguntГЎndose quГ© clase de dragГіn saldrГ­a de Mycoples y Ralibar. SintiГі que serГ­a el dragГіn mГЎs grande que un humano haya conocido nunca.

Thor se montГі encima de Mycoples y ambos se giraron para mirar por Гєltima vez durante un largo rato la Tierra de los Druidas, este misterioso lugar que habГ­a acogido a Thor y lo habГ­a expulsado. Era un lugar al que Thor temГ­a, un lugar que nunca entenderГ­a del todo.

Thor se girГі y mirГі hacia el gran oceГЎno que estaba enfrente de ellos.

В«Es tiempo de guerra, amigo mГ­oВ», ordenГі Thor con voz retumbante, segura, la voz de un hombre, de un guerrero, de un futuro Rey.

Mycoples chillГі, levantГі sus grandes alas y los dos se elevaron hacia el cielo, por encima del ocГ©ano, lejos de este mundo, con direcciГіn hacia Guwayne, Gwendolyn, RГіmulo, sus dragones y la batalla de su vida, para Thor.




CAPГЌTULO CUATRO


RГіmulo estaba en la proa de su barco, el primero de la flota, miles de barcos del Imperio a su espalda y miraba hacia el horizonte con gran satisfacciГіn. Por encima volaba su manada de dragones, llenando el aire con sus chillidos, luchando contra Ralibar. RГіmulo se agarraba a la barandilla mientras miraba, clavando sus largas uГ±as en ella, cogiГ©ndo la madera con fuerza mientras observaba como sus bestias atacaban a Ralibar y lo hundГ­an en el ocГ©ano, una y otra vez, inmovilizГЎndolo bajo el agua.

RГіmulo gritГі de alegrГ­a y apretГі tan fuerte la barandilla que se hizo pedazos mientras observaba como sus dragones salГ­an disparados del mar, victoriosos, sin rastro de Ralibar. RГіmulo levantГі las manos por encima de su cabeza y se inclinГі hacia adelante, sintiendo un ardiente poder en sus palmas.

В«Adelante, mis dragonesВ», susurrГі, con los ojos brillantes. В«AdelanteВ».

Tan pronto pronunciГі las palabras los dragones se giraron y fijaron su mirada en las Islas Superiores; se apresuraron, chillando, levantando sus alas. RГіmulo sintiГі que los controlaba, se sentГ­a invencible, capaz de controlar cualquier cosa en el universo. DespuГ©s de todo, todavГ­a era su luna. Pronto se agotarГ­a su tiempo de poder, pero por el momento nada podГ­a detenerlo.

Los ojos de RГіmulo se iluminaron al ver a sus dragones dirigirse a las Islas Superiores, veГ­a en la distancia a hombres, mujeres y niГ±os corriendo y gritando desde su camino. Miraba con placer como las llamas arrasaban con todo, mientras la gente se quemaba viva y como la isla entera se levantaba en una enorme bola de llamas y destrucciГіn. Г‰l saboreaba el observar como era destruida, de la misma manera que habГ­a visto como el Anillo se destruГ­a.

Gwendolyn habГ­a conseguido escapar de Г©l, pero esta vez no habГ­a a dГіnde ir. Por fin, el Гєltimo de los MacGils serГ­a aniquilado bajo su mano para siempre. Por fin, no quedarГ­a un solo rincГіn en el universo que no estuviera subyugado a Г©l.

RГіmulo se girГі y mirГі por encima de su hombro a sus miles de barcos, su inmensa flota que llenaba el horizonte. RespirГі profundamente y se inclinГі hacia atrГЎs, levantando su rostro hacia los cielos, levantando las manos a los lados y lanzГі un grito de victoria.




CAPГЌTULO CINCO


Gwendolyn estaba en la cavernosa bodega de piedra bajo tierra, amontonada con docenas de personas de su pueblo y escuchando el terremoto y el fuego encima de ella. Su cuerpo se encogГ­a con cada ruido. La tierra temblaba tanto en ocasiones que los hacГ­a tambalearse y caer, mientras fuera, enormes trozos de escombro golpeaban el suelo, haciendo las veces de juguetes para los dragones. El sonido retumbante y resonante era un eco sin fin en las orejas de Gwen, sonando como si el mundo entero estuviera siendo destruido.

La temperatura se volvГ­a cada vez mГЎs y mГЎs intensa bajo tierra ya que los dragones respiraban por las puertas de acero de arriba, una y otra vez, como si supieran que estaban allГЎ abajo escondidos. Por fortuna, el acero no dejaba pasar las llamas, pero aГєn asГ­ se colaba por ahГ­ humo negro, dificultando la respiraciГіn y provocГЎndoles a todos ataques de tos.

Entonces se oyГі un terrible sonido de piedra golpeando el acero y Gwen observГі como las puertas de acero encima suyo se doblaban y temblaban, prГЎcticamente cediendo. Claramente los dragones sabГ­an que estaban allГЎ abajo y estaban haciendo lo posible para entrar.

«¿Cuánto tiempo aguantarán las puertas?» Gwen preguntó a Matus, que estaba por allí cerca.

«No lo sé», respondió Matus. «Mi padre construyó esta bodega subterránea para resistir el ataque de los enemigos, no de los dragones. No creo que aguanten mucho».

Gwendolyn sintiГі como la muerte se cernГ­a sobre ella mientras la temperatura de la habitaciГіn iba subiendo cada vez mГЎs y sentГ­a como si estuviera sobre una tierra chamuscada. Era difГ­cil ver debido al humo y el suelo temblaba mientras los escombros golpeaban una y otra vez por encima de ellos, pequeГ±os trozos de roca y polvo desmenuzГЎndose encima de sus cabezas.

Gwen mirГі las caras aterrorizadas de todos los que estaban en la habitaciГіn y no podГ­a evitar preguntarse si, resguГЎrdandose allГЎ abajo, se habГ­an condenado ellos mismos a una muerte lenta y dolorosa. Empezaba a preguntarse si quizГЎs los que acababan de morir allГЎ arriba eran realmente los afortunados.

De repente vino una pausa, pues los dragones se marcharon volando a algГєn otro lugar. Gwen estaba sorprendida y se preguntaba quГ© estaban haciendo cuando, segundos mГЎs tarde, oyГі un tremendo estruendo de rocas y la tierra temblГі tanto que todos los que estaban en la habitaciГіn cayeron al suelo. El estruendo habГ­a sido lejano y fue seguido por dos temblores, como un desprendimiento de rocas.

В«El fuerte de TirusВ», dijo Kendrick, apareciendo a su lado. В«Lo deben haber destruidoВ».

Gwen mirГі hacia el techo y se dio cuenta de que probablemente tenГ­a razГіn. ВїQuГ© otra cosa podГ­a provocar tal avalancha de roca? Estaba claro que los dragones estaban furiosos, decididos a destruir todo lo que habГ­a en esta isla. Ella sabГ­a que sГіlo era cuestiГіn de tiempo que tambiГ©n irrumpieran en esta cГЎmara.

Durante la repentina tregua, Gwen se sorprendiГі al oГ­r el sonido estridente del lloro de un bebГ© que cortaba el aire. El sonido la perforaba como un cuchillo en el pecho. No podГ­a evitar pensar inmediatamente en Guwayne y mientras el lloro, en algГєn lugar sobre tierra, incrementaba, una parte de ella, todavГ­a turbada, se convencГ­a de que era en efecto Guwayne el que estaba allГЎ arriba, llamГЎndola a ella. Racionalmente, sabГ­a que era imposible; su hijo estaba en el ocГ©ano, lejos de aquГ­. Y aГєn asГ­, su corazГіn suplicaba que asГ­ fuera.

«¡Mi bebé!» gritó Gwen. «Está allá arriba. ¡Debo salvarlo!»

Gwen saliГі corriendo hacia las escaleras cuando de repente notГі una fuerte mano en la suya.

Al girarse vio a su hermano Reece reteniГ©ndola.

«Mi señora», dijo él. «Guwayne está lejos de aquí. Este es el lloro de otro bebé».

Gwen deseaba que eso no fuera cierto.

«Sigue siendo un bebé», dijo ella. «Está solo allá arriba. No puedo dejarlo morir».

В«Si sube allГЎ arribaВ», dijo Kendrick, dando un paso adelante, tosiendo por el hollГ­n, В«tendremos que cerrar las puertas detrГЎs de usted y estarГЎ sola allГЎ arriba. MorirГЎ allГЎ arribaВ».

Gwen no pensaba con claridad. En su mente habГ­a un bebГ© vivo allГЎ arriba, solo, y ella sabГ­a, por encima de todo, que debГ­a salvarlo, a cualquier precio.

Gwen se soltГі de la mano de Reece y saliГі corriendo hacia las escaleras. Las subГ­a de tres en tres y, antes de que nadie pudiera detenerla, retirГі la vara de metal que atrancaba las puertas y, apoyГЎndose en su hombro, las empujaba con toda su fuerza mientras levantaba las manos.

Gwen lloraba de dolor mientras lo hacГ­a, el metal estaba tan caliente que le quemaba las manos y enseguida las retirГі; sin inmutarse, se cubriГі las manos con las mangas y empujГі las puertas hacia arriba hasta abrirlas.

Gwendolyn tosiГі con fuerza al salir repentinamente a la luz del dГ­a, nubes de humo negro se colaban de bajo tierra con ella. Mientras subГ­a a la superficie con torpeza, cerraba los ojos por la luz, entonces mirГі a su alrededor, protegiГ©ndose los ojos con las manos y se sorprendiГі al ver una enorme ola de destrucciГіn. Todo lo que instantes antes allГ­ se erigГ­a estaba ahora arrasado, reducido a montones de humo y escombros chamuscados.

Los lloros del bebГ© volvieron, mГЎs intensos allГЎ arriba y Gwen mirГі a su alrededor, esperando a que las negras nubes de humo desaparecieran; mientras lo hacГ­a, vio a lo lejos en el patio un bebГ© en el suelo, envuelto con una sГЎbana. AllГ­ cerca, vio a sus padres tumbados en el suelo, quemados vivos, ahora muertos. De alguna manera, el bebГ© habГ­a sobrevivido. QuizГЎs, pensГі Gwen con una aguda tristeza, la madre ha muerto protegiГ©ndolo de las llamas.

De repente, Kendrick, Reece, Godfrey y Steffen aparecieron a su lado.

«¡Mi señora, debe regresar ahora mismo!» le suplicó Steffen. «¡Morirá aquí arriba!»

«El bebé», dijo Gwen. «Debo salvarlo».

«No puede», insistió Godfrey. «¡No regresaría con vida!»

A Gwen ya no le importaba. Su mente estaba vencida por un propГіsito, como una rГЎfaga, y lo Гєnico que veГ­a, lo Гєnico que podГ­a pensar era en el niГ±o. Se olvidГі del resto del mundo y sabГ­a que necesitaba salvarlo tanto como respirar.

Los demГЎs intentaron detenerla, pero Gwen no se dejГі intimidar; se deshizo de ellos y saliГі corriendo hacia el bebГ©.

Gwen corrГ­a con todas sus fuerzas, su corazГіn retumbaba en su pecho mientras corrГ­a a travГ©s de los escombros, a travГ©s de nubes de ondeante humo negro, rodeada de llamas. El humo negro hacГ­a de escudo sin embargo y, afortunadamente para ella, los dragones no la podГ­an ver todavГ­a. AtravesГі el patio corriendo, a travГ©s de las nubes, viendo sГіlo al bebГ©, escuchando sГіlo su llanto.

CorriГі y corriГі, sus pulmones a punto de estallar, hasta que por fin lo alcanzГі. Se agachГі, cogiГі al bebГ© e inmediatamente examinГі su cara, una parte de ella deseando que fuera Guwayne.

Se entristeciГі al ver que no era Г©l; era una niГ±a. TenГ­a unos hermosos y grandes ojos azules llenos de lГЎgrimas pues estaba gritando y temblando, con los puГ±os cerrados. AГєn asГ­, Gwen se alegraba de sostener a otro bebГ©, sintiendo como si de alguna manera estuviera enmendando el haber enviado a Guwayne. Y, despuГ©s de una rГЎpida mirada a los destelleantes ojos de la bebГ©, vio que era hermosa.

Las nubes de humo se elevaron y Gwendolyn de repente se encontrГі expuesta al fondo del patio, con la bebГ© llorando en brazos. MirГі hacia arriba y vio, apenas a unos metros de distancia, una docena de feroces dragones, con enormes ojos brillantes, girГЎndose y mirГЎndola. TenГ­an la mirada puesta en ella, llena deВ  placer y furia, y ella vio que se disponГ­an a matarla.

Los dragones se lanzaron al aire, agitando sus grandes alas, enormes desde tan cerca, dirigiГ©ndose hacia ella. Gwen se preparГі, sujetando al bebГ©, sabiendo que no podrГ­a volver a tiempo.

De repente, hubo un sonido de espadas desenfundadas y, al volverse, Gwen vio a sus hermanso Reece, Kendrick y Godfrey junto a Steffen, Brandt, Atme y todos los miembros de la LegiГіn a su lado, todos empuГ±ando espadas y escudos, todos corriendo a protegerla. Formaron un cГ­rculo a su alrededor, sujetando sus escudos al cielo y preparГЎndose para morir con ella. Gwen estaba conmovida e inspirada por su valentГ­a.

Los dragones avanzaban hacia ellos, abriendo sus inmensas mandГ­bulas y ellos se preparaban para resistir la inevitable llamarada que los matarГ­a a todos. Gwen cerrГі los ojos y vio a su padre, vio a todo aquГ©l que habГ­a sido importante en su vida y se preparГі para encontrarse con ellos.

De repente, se oyГі un grito espantoso y Gwen se encogiГі de miedo, sabiendo que ese era el primer ataque.

Pero entonces se dio cuenta de que era un chillido diferente, uno que ella reconocГ­a: el chillido de un viejo amigo.

Gwen mirГі hacia el cielo detrГЎs de ella y se sintiГі salvada al reconocer a un dragГіn solitario corriendo a toda velocidad por el cielo, apresurГЎndose a combatir con los que se estaban acercando a ella. Se alegrГі incluso mГЎs de ver, en su lomo, al hombre que mГЎs querГ­a en el mundo:

Thorgrin.

Г‰l habГ­a vuelto.




CAPГЌTULO SEIS


Thor montaba a lomos de Mycoples, las nubes azotГЎndole la cara, iban tan rГЎpido que apenas podГ­a respirar, mientras se apresuraban hacia la manada de dragones y se preparaban para luchar. El brazalete de Thor vibraba en su muГ±eca y el sentГ­a que su madre le habГ­a infundido un nuevo poder que apenas podГ­a entender; era como si hubiera poco sentido del espacio y el tiempo. Thor apenas habГ­a pensado en regresar, apenas se habГ­an elevado de las orillas de la Tierra de los Druidas, cuando se repente se encontrГі allГ­, por encima de las Islas Superiores, apresurГЎndose hacia el nido de los dragones. Thor sentГ­a como si se hubiera transportado allГ­ por arte de magia, como si hubieran viajado a travГ©s de un agujero en el tiempo o el espacio, como si su madre los hubiera lanzado allГ­, les hubiera permitido conseguir lo imposible, volar mГЎs rГЎpido y mГЎs lejos de lo que jamГЎs habГ­a hecho. Ella sintiГі que su madre lo despedГ­a con un don para la velocidad.

Mientras Thor miraba a travГ©s de la cubierta de nubes, los inmensos dragones aparecieron delante de su vista, rodeando las Islas Superiores, bajando en picado y preparГЎndose para escupir fuego. Thor mirГі hacia abajo y su corazГіn se le encogiГі al ver que la isla habГ­a quedado sumergida bajo las llamas, totalmente arrasada. Se preguntaba atemorizado si alguien habГ­a conseguido sobrevivir; no veГ­a de quГ© manera. ВїLlegaba tarde?

Sin embargo, mientras Mycoples descendГ­a, se acercaba mГЎs, los ojos de Thor se centraron en una Гєnica persona, que lo atraГ­a como un imГЎn al distinguirla de entre el caos: Gwendolyn.

AllГ­ estaba, su futura esposa, de pie en el patio, con orgullo, sin miedo, sujetando a un bebГ©, rodeada por todos los que Thor amaba, todos ellos en cГ­rculo alrededor de ella y levantando sus escudos al cielo mientras los dragones descendГ­an para atacar. Thor vio horrorizado como los dragones abrГ­an sus grandes mandГ­bulas y se disponГ­an a lanzar unas llamas que Thor sabГ­a que, en un solo instante, arrasarГ­an a Gwendolyn y a todos los que Г©l amaba.

“¡DESCIENDE!” gritó Thor a Mycoples.

Mycoples no neceitaba mГЎs aliento: descendiГі mГЎs rГЎpido de lo que Thor podГ­a imaginar, tan rГЎpido que Г©l casi no podГ­a respirar y se agarrГі desesperadamente mientras lo hacГ­a, prГЎcticamente del revГ©s. En unos instantes alcanzГі a los tres dragones que estaban a punto de atacar a Gwendolyn y con un gran rugido, su mandГ­bula se abriГі por completo, con las garras por delante, Mycoples atacГі a las bestias, que estaban desprevenidas.

Mycoples impactГі contra los dragones, llevada por su impulso hacia abajo, aterrizando en sus espaldas, clavando las uГ±as a uno y mordiendo al otro y golpeando fuertemente al tercero con sus alas. Los parГі justo antes de que lanzaran fuego, estampГЎndolos de cara al suelo.

Los tres colisionaron juntos contra el suelo y se formГі un gran ruido y nubes de polvo cuando Mycoples hundiГі sus caras bajo tierra hasta que habГ­an penetrado tanto que se habГ­an quedado clavados, sГіlo sus garras traseras salГ­an hacia fuera. Cuando tocaron el suelo, Thor se girГі y vio las expresiГіn asombrada de Gwendolyn y agradeciГі a Dios que la habГ­a salvado justo a tiempo.

Se escuchГі un gran rugido y Thor se girГі, mirГі hacia el cielo y vio una embestida de dragones que se acercaban.

Mycoples ya estaba girando y volando hacia arriba, lanzГЎndose, dirigiГ©ndose sin miedo hacia los dragones. Thor no llevaba armas, pero se sentГ­a diferente a lo que habГ­a sentido siempre al empezar una batalla: por primera vez en su vida, sentГ­a que no necesitaba armas. SentГ­a que podГ­a reunir y confiar en el poder que tenГ­a dentro. Su verdadero poder. El poder que su madre le habГ­a infundido.

Mientras se aproximaban, Thor levantГі su muГ±eca, apuntando con su brazalete de oro y una luz saliГі disparada del diamante negro de su centro. La luz amarilla hundiГі al dragГіn que estaba mГЎs cerca de ellos, en el centro de la manada, y lo golpeГі hacia atrГЎs, enviГЎndolo disparado al aire, hacia arriba, colisionando con los otros.

Mycoples, enfurismado, decidido a hacer estragos, descendiГі sin miedo hacia el nido de dragones, luchando y haciГ©ndose camino con las garras, clavГЎndole los dientes a uno de ellos, lanzando a otro y abriГ©ndose un camino a travГ©s de ellos mientras iba golpeando a varios de ellos. IntentГі acabar con uno de ellos hasta que quedГі flГЎccido y lo soltГі; cayГі a la tierra como una enorme piedra caГ­da del cielo y golpeГі el suelo, haciГ©ndolo temblar. Thor pudo oГ­r el impacto desde donde estaba, ya que provocГі otro terremoto allГЎ abajo.

Thor echГі un vistazo hacia abajo y vio a Gwen y a los demГЎs corriendo en busca de cobijo y supo que debГ­a alejar a todos estos dragones de la isla, lejos de Gwendolyn, para darles la oportunidad de escapar. Si dirigГ­a a los dragones hacia el ocГ©ano, imaginaba que podrГ­a atraerlos lejos y empezar una lucha allГЎ fuera.

«¡Hacia mar abierto!» Thor gritó.

Mycoples siguiГі su instrucciГіn, dieron la vuelta y se fueron volando a travГ©s del nido de dragones y hacia el otro lado.

Thor se girГі al oГ­r un rugido y sintiГі un calor distante mientras las llamas se dirigГ­an hacia Г©l. Estaba satisfecho de ver que su plan estaba funcionando: todos los dragones habГ­an abandonado las Islas Superiores y lo estaban siguiendo a Г©l en el mar abieerto. En la distancia, allГЎ abajo, Thor divisГі la flota de RГіmulo envolviendo el mar y supo que, incluso si sobrevivГ­a a los dragones, todavГ­a le quedaba enfrentarse Г©l solo a un ejГ©rcito de un millГіn de hombres. SabГ­a que probablemente no sobrevivirГ­a a este encuentro. Pero al menos ganarГ­a tiempo para los demГЎs.

Al menos Gwendolyn lo conseguirГ­a.


*

Gwen estaba de pie en el devastado y candente patio de lo que quedaba de la corte de Tirus, todavГ­a sujetando al bebГ©, mirando al cielo maravillada, aliviada y triste, todo a la vez. Su corazГіn se llenГі por ver a Thor otra vez, el amor de su vida, vivo, habГ­a vuelto, y nada menos que a lomos de Mycoples. Con Г©l aquГ­, sentГ­a que parte de ella se habГ­a restablecido, sentГ­a que cualquier cosa era posible. SintiГі algo que hacГ­a tiempo que no habГ­a sentido: la voluntad de volver a vivir.

Sus hombres poco a poco bajaron sus escudos al ver que los dragones se giraban y marchaban volando, dejando las Islas por fin y dirigiГ©ndose hacia el mar abierto. Gwen mirГі alrededor y vio la devastaciГіn que habГ­an dejado, enormes montones de escombros, llamas por todas partes y los dragones muertos tumbados sobre su espalda. ParecГ­a una isla saqueada por la guerra.

Gwen tambiГ©n vio los que debГ­an haber sido los padres de la bebГ©, dos cadГЎveres tumbados allГ­ cerca, justo al lado de donde Gwen la habГ­a encontrado. Gwen mirГі a la bebГ© a los ojos y se dio cuenta de que ella era lo Гєnico que le quedaba en el mundo. La cogiГі con fuerza.

«¡Esta es nuestra oportunidad, mi señora!» dijo Kendrick. «¡Debemos evacuar ahora!»

В«Los dragones estГЎn distraГ­dosВ», aГ±adiГі Godfrey. В«Por lo menos, por ahora. QuiГ©n sabe cuando volverГЎn. Debemos irnos todos de este sitio de inmediatoВ».

«Pero ya no existe el Anillo», dijo Aberthol. «¿A dónde iremos?»

В«A cualquier sitio menos aquГ­В», respondiГі Kendrick.

Gwen oyГі sus palabras, aunque sonaban lejanas en su mente; ella en cambio se girГі y examinГі el cielo, observando a Thor volar en la distancia, llena de aГ±oranza.

«¿Y qué pasa con Thorgrin?» preguntó ella. «¿Lo dejaremos solo allá arriba?»

Kendrick y los demГЎs hicieron una mueca, sus rostros marcados por la decepciГіn. Estaba claro que el pensamiento tambiГ©n los perturbaba.

В«LucharГ­amos con Thorgrin hasta la muerte si pudiГ©ramos, mi seГ±oraВ», dijo Reece. В«Pero no podemos. Г‰l estГЎ en el cielo, por encima del mar, lejos de aquГ­. Ninguno de nosotros tiene un dragГіn. Tampoco tenemos su poder. No podemos ayudarle. Ahora debemos ayudar a aquellos que podemos ayudar. Esto es por lo que Thor se sacrificГі. Esto es por lo que Thor ha dado su vida. Debemos aprovechar la oportunidad que nos ha dadoВ».

В«Lo que queda de nuestra flota todavГ­a estГЎ en el lado mГЎs lejano de la islaВ», aГ±adiГі Srog. В«Fue una sabia decisiГіn esconder aquellos barcos. Ahora debemos usarlos. Los que quedemos de nuestro pueblo debemos abandonar este lugar de inmediato, antes de que vuelvanВ».

Por la mente de Gwendolyn corrГ­a una mezcla de emociones. Ella deseaba ir a salvar a Thor; pero al mismo tiempo, sabГ­a que esperar aquГ­, con toda esta gente, no le harГ­a ningГєn bien a Г©l. Los otros tenГ­an razГіn: Thor acababa de dar la vida por su seguridad. Sus acciones no tendrГ­an ningГєn valor si ella no procuraba salvar a esta gente mientras pudiera.

Otro pensamiento asomaba por la mente de Gwen: Guwayne. Si se marchaban ahora y salГ­an corriendo hacia el mar abierto quizГЎs, sГіlo quizГЎs, podrГ­a encontrarlo. Y el pensamiento de ver de nuevo a su hijo la llenГі con unas ganas nuevas de vivir.

Por fin, Gwen asintiГі, con el bebГ© en brazos, preparГЎnose para marchar.

В«De acuerdoВ», dijo ella. В«VayГЎmonos y encontremos a mi hijoВ».


*

El rugido de los dragones era cada vez mГЎs fuerte detrГЎs de Thor, el grupo se estaba acercando, persiguiГ©ndolos mientras Г©l y Mycoples volaban mГЎs lejos hacia el mar. Thor sintiГі una llamarada dirigiГ©ndose hacia su espalda, a punto de tragГЎrselos y sabГ­a que si no hacГ­a algo pronto, no tardarГ­a en morir.

Thor cerrГі los ojos, ya sin miedo a llamar al poder que habГ­a en su interior, ya sin sentir la necesidad de confiar en armas fГ­sicas. Al cerrar los ojos recordГі el tiempo que pasГі en la Tierra de los Druidas, recordaba lo poderoso que habГ­a sido, lo mucho que habГ­a podido influenciar todo lo que estaba a su alrededor con su mente. Recordaba el poder dentro de Г©l, como el universo fГ­sico era sГіlo una extensiГіn de su mente.

Thor querГ­a que el poder de su mente saliera a la superficie e imaginГі una gran pared de hielo detrГЎs de Г©l, resguardГЎndolo del fuego, protegiГ©ndolo. Se imaginГі a sГ­ mismo completamente cubierto por una burbuja protectora, Г©l y Mycoples, seguros del muro de fuego de los dragones.

Thor abriГі los ojos y se sorprendiГі de sentirse revestido de frГ­o y ver una tremenda pared de hielo a su alrededor, justo como la habГ­a imaginado, de un metro de grosor y un azul brillante. Se girГі y vio la pared de llamas de los dragones acercarse y la pared de hielo pararla, las llamas siseando, enormes nubes de vapor levantГЎndose. Los dragones estaban colГ©ricos.

Thor daba vueltas mientras la pared de hielo se derretГ­a y decidiГі ir en busca del nido de dragones que habГ­a mГЎs adelante. Mycoples volГі sin miedo hacia los dragones y, claramente, ellos no esperaban este ataque.

Mycoples embistiГі hacia adelante, extendiГі sus garras, agarrГі a un dragГіn por la mandГ­bula, lo balanceГі y lo lanzГі; el dragГіn cayГі con violencia, de un lado a otro, girando sobre sГ­ mismo sin control, precipitГЎndose hacia el ocГ©ano.

Antes de que pudiera recuperarse, Mycoples fue atacada por otro dragГіn, que le clavГі las mandГ­bulas en el costado. Mycoples hizo un chillido y Thor reacciГіno de inmediato. SaltГі del lomo de Mycoples al hocico del otro dragГіn y corriГі por su cabeza hasta montar en su lomo. El dragГіn continuaba cogiendo a Mycoples corcoveando salvajemente para deshacerse de Thor y Thor se agarraba desesperamente mientras montaba al hostil dragГіn.

Mycoples se tambaleГі hacia adelante y se sujetГі con sus mandГ­bulas en la cola de otro dragГіn, arrancГЎndosela. El dragГіn gritГі y se desplomГі en el ocГ©ano, pero tan pronto Mycoples hubo hecho, esto varios dragones se precipitaron sobre ella, clavГЎndole los dientes en las patas.

Mientras tanto, Thor todavГ­a estaba cogido desesperadamente, decidido a tomar el control de este dragГіn. Se forzaba a sГ­ mismo a mantener la calma y a recordar que todo estaba en su mente. PodГ­a sentir el tremendo poder de esta antigua bestia primal corriendo por sus venas. Y, al cerrar los ojos, dejГі de resistirse y empezГі a sentirse en armonГ­a con Г©l. SentГ­a su corazГіn, su pulso, su mente. SentГ­a que se volvГ­a uno con Г©l.

Thor abriГі los ojos y el dragГіn tambiГ©n los abriГі, ahora brillando con otro color. Thor veГ­a el mundo a travГ©s de los ojos del dragГіn. Este dragГіn, esta bestia hostil, se convirtiГі en una extensiГіn de Thor. Lo que Г©l veГ­a, lo veГ­a Thor. Thor ordenaba y Г©l escuchaba.

El dragГіn, bajo las Гіrdenes de Thor, soltГі a Mycoples; soltГі un rugido y se abalanzГі hacia adelante, clavando sus dientes en los tres dragones que estaban atacando a Mycoples, haciГ©ndolos pedazos.

Los otros dragones fueron cogidos por sorpresa, claramente no esperaban que uno de los suyos los atacara; antes de que pudieran recuperarse, Thor ya habГ­a atacado a media docena de ellos, usando este dragГіn para agarrarse a sus nucas, cogiГ©ndolos desprevenidos, mutilando un dragГіn tras otro. Thor se avalanzГі sobre tres mГЎs, haciendo que el dragГіn les mordiera las alas, arrancГЎndoselas del lomo, cayendo los dragones al mar.

De repente, Thor fue atacado por un lado sin verlo venir; el dragГіn abriГі sus mandГ­bulas y le clavГі los dientes a Thor.

Thor gritГі cuando un diente largo y dentado le perforГі las costillas y lo hizo caer del dragГіn, haciГ©ndolo tambalear en el aire. SintiГі como se precipitaba hacia el mar, herido, y se dio cuenta de que estaba a punto de morir.

Por el rabillo del ojo, Thor divisГі a Mycoples pasando por debajo de Г©l y, a continuaciГіn, Thor, aterrizГі en el lomo de Mycoples, salvado por su vieja amiga. Los dos estaban juntos de nuevo, ambos heridos.

Thor, apretГЎndose la costilla, respirando con dificultad, analizaba el daГ±o que habГ­an hecho: una docena de dragones yacГ­an ahora muertos o mutilados, moviГ©ndose en el ocГ©ano. Lo habГ­an hecho bien, los dos, mucho mejor de lo que Г©l hubiera imaginado.

Sin embargo, Thor oyГі un tremendo grito y, al mirar hacia arriba, vio que quedaban varias docenas de dragones. Luchando por respirar, Thor entendiГі que habГ­a sido una lucha valiente, pero que sus posibilidades de ganar parecГ­an malГ­simas. AГєn asГ­, Г©l no dudГі; volГі sin miedo hacia arriba, apresurГЎndose a encontrarse con los dragones que los desafiaban.

Mycoples lanzГі un grito y lanzГі fuego a la vez que ellos se lo lanzaban a Thor. Thor volviГі a usar sus poderes para levantar una pared de hielo delante suyo, que impedГ­a que las llamas de los dragones le alcanzaran. Г‰l se agarraba a Mycoples mientras ella colisionaba con el grupo, destrozГЎndolos, clavГЎndoles las garras y mordiГ©ndoles, luchando por su vida. TenГ­a heridas, pero no dejГі que esto le hiciera aflojar mientras herГ­a a todos los dragones que tenГ­a por los lados. Thor se uniГі y levantГі su brazalete, apuntando a un dragГіn tras otro y un rayo de luz blanca saliГі disparado, haciendo caer a un dragГіn tras otro de Mycoples, mientras ella luchaba.

Thor y Mycoples luchaban y luchaban, los dos cubiertos de heridas, sangrando, exhaustos.

Y, aГєn asГ­, todavГ­a quedaban mГЎs docenas de dragones.

Cuando Thor levantaba su brazalete sentГ­a que su poder estaba menguando, de hecho, sentГ­a que su propio poder estaba menguando. Г‰l sabГ­a que era poderoso, pero no lo suficiente todavГ­a: Г©l sabГ­a que no podГ­a aguantar la lucha hasta el final.

Thor mirГі hacia arriba y vio unas enormes alas en su cara, seguidas de unas largas y afiladas garras y observaba impotente como se clavaban en la garganta de Mycoples. Thor se sujetaba con todas sus fuerzas mientras el dragГіn agarraba a Mycoples, le clavaba las mandГ­bulas en la cola, la balanceaba y la tiraba.

Thor colgaba mientras Г©l y Mycoples daban vueltas por el aire; Mycoples dio vueltas de campana y cayeron en picado al mar, fuera de control.

Aterrizaron en el agua, Thor todavГ­a sujetГЎndose, y los dos se hundieron bajo la superficie. Thor luchaba bajo el agua hasta que su impulso se detuvo. Mycoples se girГі y nadГі hacia arriba, buscando la luz del sol.

Cuando salieron a la superficie, Thor respirГі profundamente, con dificultad, batiГ©ndose en las heladas aguas, todavГ­a cogido a Mycoples. Mientras los dos se movГ­an por el agua, Thor mirГі a un lado y vio algo que nunca olvidarГ­a: flotando en el agua, no lejos de Г©l, con los ojos abiertos, muerto, habГ­a un dragГіn que Г©l habГ­a llegado a querer: Ralibar.

Mycoples lo divisГі a la vez y algГі la venciГі, algo que Thor no habГ­a visto nunca: ella soltГі un gran grito de dolor y elevГі sus alas, extendiГ©ndolas totalmente. Todo su cuerpo temblaba al soltar un horroroso alarido, haciendo que el universo temblara. Thor vio como sus ojos cambiaban, cambiando a colores brillantes, hasta que al final eran de color amarillo y blanco brillante.

Mycoples se volviГі, un dragГіn diferente, y mirГі hacia arriba a la manada de dragones que venГ­a a por ellos. Thor se dio cuenta de que alguna cosa dentro de ella se habГ­a roto. Su duelo habГ­a mutado en rabia y le habГ­a dotado de un poder que Thor jamГЎs habГ­a visto. Era un dragГіn poseГ­do.

Mycoples se elevГі hacia el cielo a toda velocidad, con las heridas sangrando, pero sin importarle. Thor sintiГі una nueva explosiГіn de energГ­a tambiГ©n y un deseo de venganza. Ralibar habГ­a sido un amigo cercano, habГ­a sacrificado su vida por todos ellos y Thor estaba decidido a hacerle justicia.

Mientras corrГ­an hacia ellos, Thor saltГі de Mycoples y aterrizГі en el hocico del dragГіn mГЎs cercano, abrazГЎndolo hasta que se estirГі y agarrГі sus mandГ­bulas, hasta que consiguiГі cerrarlas. Thor reuniГі todo el poder que quedaba dentro de Г©l e hizo girar al dragГіn en el aire, para despuГ©s lanzarlo con todas sus fuerzas. El dragГіn volГі, llevГЎndose con Г©l dos dragones mГЎs y los tres se precipitaron hacia abajo, hacia el oceГЎno.

Mycoples giraba rГЎpidamente y cogiГі a Thor mientras caГ­a. Г‰l aterrizГі en su lomo mientras ella corrГ­a hacia los dragones que quedaban. Sus rugidos se mezclaban con los de ella, mordГ­a con mГЎs fuerza, volaba mГЎs rГЎpido, hacia cortes mГЎs profundos que ellos. Cuanto mГЎs la herГ­an, menos cuenta parecГ­a darse ella. Era un torbellino de destrucciГіn, al igual que Thor, y cuando Thor y ella acabaron, Thor se dio cuenta de que ya no quedaban dragones a quiГ©n esperar en el cielo: todos ellos habГ­an caГ­do del cielo al mar, mutilados o asesinados.

Thor se encontrГі volando solo con Mycoples en el aire, dando vueltas alrededor de los dragones caГ­dos, evaluando lo ocurrido. Los dos respiraban con dificultaban, les caГ­an gotas de sangre. Thor sabГ­a que Mycoples estaba dando su Гєltimos respiros, podГ­a verlo porque salГ­a sangre de su boca, cada respiraciГіn un grito sofocado, un dolor mortal.

В«No, amigo mГ­oВ», dijo Thor, aguantГЎndose las lГЎgrimas. В«No puedes morirВ».

Ha llegado mi hora, Thor le oГ­a decir. Al menos he muerto con dignidad.

«No», insisitió Thor. «¡No debes morir!»

Mycoples expulsaba sangre al respirar y el aleteo de sus alas se debilitaba a medida que empezaba a bajar hacia el ocГ©ano.

Dentro de mГ­ queda una Гєltima lucha, dijo Mycoples. Y quiero que mi Гєltimo instante sea de valor.

Mycoples mirГі hacia arriba y Thor siguiГі su mirada hasta ver la flota de barcos de RГіmulo extenderse en el horizonte.

Thor moviГі la cabeza con rostro serio. SabГ­a lo que querГ­a Mycoples. QuerГ­a recibir su muerte en una Гєltima gran batalla.

Thor, muy herido, respirando con dificultad, sintiendo como si tampoco pudiera conseguirlo, quiso ir tambiГ©n hacia abajo. Ahora se preguntaba si las profecГ­as de su madre eran ciertas. Ella le dijo que podГ­a alterar su propio destino. ВїLo habГ­a alterado?, se preguntaba. ВїIba a morir ahora?

В«AllГЎ vamos entonces, amigo mГ­oВ», dijo Thorgrin.

Mycoples soltГі un gran chillido y, juntos, los dos descendieron,dirigiГ©ndose hacia la flota de RГіmulo.

Thor sentГ­a el viento y las nubes corriendo por su pelo y por su cara mientras soltaba un gran grito de guerra. Mycoples chillГі con la misma furia y, mientras los dos descendГ­an, Mycoples abriГі sus grandes mandГ­bulas y lanzГі fuego a un barco tras otro.

Pronto, un muro de llamas se extendiГі por el ocГ©ano, prendiendo fuego a un barco detrГЎs del otro. Decenas de miles de barcos estaban delante de ellos pero Mycoples no se detenГ­a, abriendo sus mandГ­bulas, soltando nubes de llamas, una tras otra. Las llamas se extendieron como si fueran un Гєnico muro, a la vez que los gritos de los hombres crecГ­an allГЎ abajo.

Las llamas de Mycoples empezaron a debilitarse y pronto poco fuego salГ­a de su respiraciГіn. Thor sabГ­a que estaba muriendo bajo Г©l. Cada vez volaba mГЎs bajo, demasiado dГ©bil para expulsar fuego. Pero no estaba dГ©bil para usar su cuerpo como arma y, en lugar de lanzar fuego, cayГі en direcciГіn a los barcos, apuntando sus duras escamas hacia ellos, como un meteorito cayendo del cielo.

Thor aguantaba y se agarraba con todas sus fuerzas mientras ella descendГ­a hacia los barcos, el sonido de la madera al partirse llenГі el aire. Ella volaba de un barco a otro, de un lado para otro, destruyendo la flota. Thor se agarraba mientras trozos de madera le golpeaban de todas direcciones.

Finalmente, Mycoples no pudo resistir mГЎs. Se detuvo en el centro de la flota, moviГ©ndose en el agua, habiendo destruido muchos barcos, todavГ­a rodeado por miles mГЎs. Thor se mecГ­a encima de su lomo mientras ella yacГ­a flotando, respirando dГ©bilmente.

Los barcos que quedaban giraron hacia ellos. Pronto el cielo se volviГі negro y Thor oyГі un sonido zumbeante. MirГі hacia arriba y vio un arco iris de flechas dirigiГ©ndose hacia Г©l. De repente, un dolor horroroso se apoderГі de Г©l, agujereado por las flechas, sin un lugar donde esconderse. Mycoples tambiГ©n estaba siendo acribillada por ellas y ambos empezaron a hundirse bajo las olas, dos grandes hГ©roes que habГ­an librado la batalla de sus vidas. HabГ­an destruido a los dragones y gran parte de la flota del Imperio. HabГ­an hecho mГЎs de lo que un ejГ©rcito entero podrГ­a haber hecho.

Pero ahora ya no quedaba nada, podГ­an morir. Mientras Thor era acribillado por una flecha tras otra, hundiГ©ndose cada vez mГЎs, sentГ­a que no quedaba otra cosa que prepararse para morir.




CAPГЌTULO SIETE


Alistair mirГі hacia abajo y se vio a sГ­ misma de pie en un camino celestial y cuando miraba mГЎs allГЎ de Г©l, lejos allГЎ abajo, vio el ocГ©ano chocando contra las rocas, el sonido llenando sus oГ­dos. Un fuerte vendaval le hizo perder el equilibrio y Alistair mirГі hacia arriba y, tal y como habГ­a soГ±ado muchas veces en su vida, vio un castillo encaramado encima de un acantilado, anunciado por una puerta de oro brillante. De pie delante de ella habГ­a una sola figura, una silueta, con las manos extendidas como si quisiera abrazarla, pero Alistair no podГ­a ver su cara.

В«Hija mГ­aВ», dijo la mujer.

IntentГі hacer un paso hacia ella, pero sus piernas estaban atrapadas y, al mirar hacia abajo, vio que estaba encadenada al suelo. Por mucho que lo intentaba, Alistair era incapaz de moverse.

Ella extendió las manos hacia su madre y gritó con desespero: «¡Madre, sálvame!»

De repente Alistair sintiГі su mundo escaparse bajo ella, sintiГі como se desplomaba y, al mirar hacia abajo, vio como el camino celestial se derrumbaba a sus pies. Ella cayГі, los grilletes colgando detrГЎs de ella, y bajГі estrepitosamente hacia el ocГ©ano, llevГЎndose con ella una secciГіn entera del camino celestial.

Alistair se sintiГі entumecida cuando su cuerpo se hundiГі en el helado ocГ©ano, todavГ­a encadenada. SintiГі como se hundГ­a y, al mirar hacia arriba, vio como la luz del dГ­a se iba apagando cada vez mГЎs.

Alistair abriГі los ojos y se encontrГі sentada en una pequeГ±a celda de piedra, en un sitio que no reconocГ­a. Delante de ella estaba sentada una Гєnica figura,В  que ella reconociГі con confusiГіn: el padre de Erec. Г‰l le hizo una mueca.

«Tú has asesinado a mi hijo», dijo él. «¿Por qué?»

«¡Yo no lo hice!» protestó ella débilmente.

Г‰l frunciГі el ceГ±o.

В«SerГЎs condenada a muerteВ», aГ±adiГі.

«¡Yo no asesiné a Erec!» protestó Alistair. Se puso de pie e intentó correr hacia él, pero una vez más se encontró encadenada a la pared.

DetrГЎs del padre de Erec aparecieron un docena de guardianes, vestidos con una armadura negra, llevando formidables cascos, el tintineo de sus espolones llenaba la habitaciГіn. Ellos se acercaron y cogieron a Alistair, tirando de ella, estirГЎndola de la pared. Pero sus tobillos estaban todavГ­a encadenados y ellos estiraban su cuerpo cada vez mГЎs.

«¡No!» gritó Alistair destrozada.

Alistair despertГі, cubierta por un sudor frГ­o, y mirГі a su alrededor, intentando adivinar dГіnde estaba. Estaba desorientada; no reconocГ­a la pequeГ±a y sombrГ­a celda en la que estaba sentada, las viejas paredes de piedra, las barras de metal de las ventanas. GirГі sobre si misma, intentando caminar, oyГі un cascabeleo y, al mirar hacia abajo, vio que estaba encadenada a la pared. IntentГі soltarse pero no pudo, el frГ­o hierro le cortaba los tobillos.

Alistair hizo un reconocimiento general y se dio cuenta de que estaba en una pequeГ±a celda de contenciГіn parcialmente bajo tierra, cuya Гєnica entrada de luz provenГ­a de una pequeГ±a ventana tallada en la piedra, obstruida por barras de hierro. Se oyГі un grito de entusiasmo lejano y Alistair, curiosa, se acercГі a la ventana, tanto como sus grilletes le permitГ­an, se estirГі y mirГі hacia fuera, intentando vislumbrar la luz del dГ­a y ver donde se encontraba.

Alistair vio una enorme multitud reunida, con Bowyer a la cabeza, engreГ­do, victorioso.

«¡Aquella Reina hechicera intentó matar al que iba a ser su marido!» Bowyer anunciaba en voz alta a la multitud. «Se me acercó con una conspiración para matar a Erec y casarse conmigo. ¡Pero sus planes se frustraron!»

Un grito indignado saliГі de la multitud y Bowyer esperГі a que se calmaran. LevantГі sus manos y volviГі a hablar.

В«PodГ©is estar tranquilos al saber que las Islas del Sur no estarГЎn bajo las Гіrdenes de Alistair, ni de nadie que no sea yo. Ahora que Erec estГЎ muriendo soy yo, Bowyer, quien os protegerГЎ, yo, el prГіximo mejor campeГіn de los juegosВ».

Hubo un enorme grito de aprobaciГіn y la multitud empezГі a entonar:

«¡Rey Bowyer, Rey Bowyer!»

Alistair observaba la escena horrorizada. Todo estaba sucediendo con tanta rapidez que no podГ­a asimilarlo todo. La sola visiГіn de este monstruo, Bowyer, la llenaba de furia. El mismo hombre que habГ­a intentado asesinar a su amado estaba allГ­ mismo, delante de sus ojos, proclamГЎndose inocente e intentando culparla a ella. Y lo peor de todo era que serГ­a nombrado Rey. ВїNo se iba a hacer justicia?

AГєn asГ­, lo que le sucedГ­a a ella no le molestaba tanto como el pensar en Erec revolcГЎndose en su lecho de muerte, necesitando que ella lo sanara. Ella sabГ­a que si no completaba pronto la sanaciГіn, Г©l morirГ­a allГ­. No le importaba si ella se retorcГ­a para siempre en esta mazmorra por un crimen que no cometiГі, ella sГіlo querГ­a asegurarse de que Erec se curaba.

La puerta de la celda se abriГі de golpe, Alistair se dio la vuelta y vio a un gran nГєmero de personas entrando. En el centro estaba Dauphine, flanqueada por el hermano de Erec, Strom, y su madre. DetrГЎs de ellos habГ­a varios guardas reales.

Alistair se levantГі para saludarles, pero los grilletes se le clavaban en los talones, traqueteando, mandando un dolor perforador hacia sus espinillas.

«¿Erec está bien?» preguntó Alistair desesperada. «Por favor, decidme. ¿Está vivo?»

«¿Cómo osas preguntar si está vivo?» contestó Dauphine con brusquedad.

Alistair se girГі hacia la madre de Erec, esperando su misericordia.

В«Por favor, decidme que viveВ», suplicГі, mientras su corazГіn se le rompГ­a en su interior.

Su madre asintiГі con rostro serio, mirГЎndola con decepciГіn.

В«ViveВ», dijo ella en voz baja. В«Aunque estГЎ muy enfermoВ».

«¡Llevadme hasta él!» insistió Alistair. «Por favor. ¡Debo curarlo!»

«¿Que te llevemos hasta él?» repitió Dauphine. «¿Cómo te ateves? No vas ni a acercarte a mi hermano, de hecho, no vas a ir a ningún lado. Sólo vinimos a verte por última vez antes de tu ejecución».

El corazГіn de Alistair se entristeciГі.

«¿Ejecución?» preguntó ella. ¿No existe juez o jurado en esta isla? ¿No hay un sistema de justicia?»

«¿Justicia?» dijo Dauphine, dando un paso al frente, con la cara encendida. «¿Tú te atreves a pedir justicia? Te encontramos con la espada ensangrentada en la mano, nuestro hermano moribundo en tus brazos, ¿y te atreves a hablar de justicia? La justicia está servida».

«¡Pero os digo que yo no lo maté!» Alistair suplicó.

В«Por supuestoВ», dijo Dauphine, con sarcasmo en su voz, В«un misterioso hombre mГЎgico entrГі en la habitaciГіn y lo matГі, entonces desapareciГі y puso el arma en tus manosВ».

В«No era un hombre misteriosoВ», insistiГі Alistair. В«Era Bowyer. Lo vi con mis propios ojos. Г‰l matГі a ErecВ».

Dauphine hizo una mueca.

В«Bowyer nos mostrГі el pergamino que tГє le escribiste. Le pedГ­as matrimonio y planeabas matar a Erec y casarte con Г©l. EstГЎs enferma. ВїNo era suficiente para ti tener a mi hermano y convertirte en Reina?В»

Dauphine le pasГі el pergamino a Alistair y su corazГіn se hundiГі al leer:



Una vez Erec muera, pasaremos nuestras vidas juntos.



«¡Pero ésta no es mi letra!» protestó Alistair. «¡El pergamino ha sido falsificado!»

В«SГ­, estoy segura de que lo esВ», dijo Dauphine. В«Estoy segura que tienes una explicaciГіn oportuna para todoВ».

«¡Yo no escribí ese pergamino!» insistió Alistair. «¿No os oís? No tiene ningún sentido. ¿Por qué iba yo a matar a Erec? Lo quiero con toda mi alma. Nos íbamos a casar».

В«Y gracias al cielo no lo hicisteisВ», dijo Dauphine.

«¡Tenéis que creerme!» insistió Alistair, girándose hacia la madre de Erec. «Bowyer intentó matar a Erec. Quiere su trono. Yo no quiero ser Reina. Nunca lo he querido».

В«No te preocupesВ», dijo Dauphine. В«Nunca lo serГЎs. De hecho, ni vivirГЎs. AquГ­ en las Islas del Sur hacemos justicia rГЎpidamente. MaГ±ana serГЎs ejecutadaВ».

Alistair moviГі la cabeza, viendo que no podГ­a razonar con ellos. SuspirГі, el corazГіn le pesaba.

«¿Para eso habéis venido?» preguntó ella con voz débil. «¿Para decirme esto?»

Dauphine se mofaba en medio del silencio y Alistair podГ­a sentir el odio en su mirada.

В«NoВ», Dauphine respondiГі finalmente, tras un largo y pesado silencio. В«Era para transmitirte tu sentencia y ver tu cara durante un buen rato por Гєltima vez antes de enviarte al infierno. SufrirГЎs, de la misma manera que nuestro hermano sufriГіВ».

De repente, Dauphine enrojeciГі, se abalanzГі hacia adelante y con sus uГ±as agarrГі el pelo de Alistair. Todo sucediГі ten rГЎpido que Alistair no tuvo tiempo de reaccionar. Dauphine soltГі un grito gutural mientras araГ±aba la cara de Alistair. Alistair levantГі las manos para protegerse, mientras los demГЎs se adelantaron para separar a Dauphine.

«¡Soltadme!» gritó Dauphine. «¡Quiero matarla ahora!»

В«MaГ±ana se harГЎ justiciaВ», dijo Strom.

В«Sacadla de aquГ­В», ordenГі la madre de Erec.

Los guardas dieron un paso al frente y sacaron a Dauphine de la habitaciГіn estirГЎndola, mientras ella pataleaba y gritaba en protesta. Strom se uniГі a ellos y pronto la habitaciГіn quedГі prГЎcticamente vacГ­a, a excepciГіn de Alistair y la madre de Erec. Ella se detuvo en la puerta, se girГі lentamente y mirГі a Alistair. Alistair buscaba en su cara cualquier seГ±al de amabilidad y compasiГіn.

В«Por favor, debes creermeВ», Alistair dijo con sinceridad. В«No me importa lo que los demГЎs piensen de mГ­. Pero tГє si que me importas. Has sido amable conmigo desde el momento en que me conociste. Sabes cuГЎnto quiero a tu hijo. Sabes que nunca podrГ­a haber hecho estoВ».

La madre de Erec la examinГі y, mientras sus ojos se humedecГ­an, parecГ­a vacilar.

В«Por eso te has quedado atrГЎs, Вїverdad?В» Alistair la presionГі. Por eso te has quedado. Porque quieres creerme. Porque sabes que tengo razГіnВ».

Tras un largo silencio, la madre al final asintiГі. Como si tomando una decisiГіn, hizo varios pasos hacia ella. Alistair pudo ver cГіmo realmente la creГ­a y se sintiГі feliz.

La madre se acercГі corriendo hacia ella y la abrazГі. Alistair tambiГ©n la abrazГі y llorГі sobre su hombro. La madre de Erec tambiГ©n llorГі y, al final, se separГі.

В«Debes escucharmeВ», Alistair dijo con urgencia. В«No me importa lo que me suceda, o lo que los demГЎs piensen de mГ­, sino Erec. Debo ir hasta Г©l. Ahora. EstГЎ muriendo. SГіlo lo he curado parcialmente, debo acabar. Si no lo hago, morirГЎВ».

La madre la mirГі de arriba a abajo, como si finalmente pudiera ver que estaba diciendo la verdad.

В«DespuГ©s de lo que ha sucedidoВ», dijo ella, В«lo Гєnico que te importa es mi hijo. Ahora sГ­ que veo que realmente te preocupas por Г©l y que nunca podrГ­as haber hecho estoВ».

В«Por supuesto que noВ». dijo Alistair. В«He sido vГ­ctima de ese bГЎrbaro, BowyerВ».

В«Te llevarГ© hasta ErecВ», dijo ella. В«Nos puede costar la vida a las dos pero, si asГ­ fuera, morirГ­amos intentГЎndolo. SГ­guemeВ».

La madre le sacГі los grilletes y Alistair rГЎpidamente la siguiГі fuera de la celda, hacia las mazmorras, de camino a arriesgarlo todo por Erec.




CAPГЌTULO OCHO


Gwendolyn estaba en la proa del barco, el ocГ©ano le acariciaba la cara, rodeada de toda su gente, con el bebГ© rescatado en brazos. Todos estaban conmocionados mientras zarpaban hacia el mar, ya lejos de las Islas Superiores. Se les unieron sГіlo dos barcos mГЎs, lo Гєnico que quedaba de la gran flota que habГ­a salido del Anillo. La gente de Gwen, su naciГіn, todos los orgullosos ciudadanos del Anillo, se habГ­an reducido a unos cuantos centenares de supervivientes, una naciГіn en el exilio, flotando, sin hogar, buscando algГєn lugar para empezar de nuevo. Y todos la miraban a ella como lГ­der.

Gwen miraba al mar, examinГЎndolo como habГ­a hecho durante horas, inmune al frГ­o rocГ­o de la neblina del mar mientras miraba a travГ©s de ella, intentando que su corazГіn no se rompiera. El bebГ© que tenГ­a en brazos finalmente se habГ­a dormido y en lo Гєnico que pensaba Gwen era en Guwayne. Se odiaba a sГ­ misma; habГ­a sido muy estГєpida al dejarlo flotando en el ocГ©ano. En aquel momento parecГ­a la mejor idea, parecГ­a la Гєnica manera de salvarlo de una segura muerte inminente. ВїQuiГ©n podГ­a haber previsto el cambio en los acontecimientos, que los dragones iban a ser desviados? Si ThorВ  no hubiera aparecido cuando lo hizo, seguro que todos ellos estarГ­an muertos ahora y Gwen no podГ­a haber esperado eso nunca.

Por lo menos, Gwen habГ­a conseguido salvar a algunos de los suyos, parte de su flota, salvar a este bebГ© y habГ­a conseguido, como mГ­nimo, huir de la isla de la muerte. AГєn asГ­ Gwen todavГ­a se estremecГ­a cada vez que el rugido de los dragones perforaba el aire, haciГ©ndose mГЎs distante a medida que iban navegando. CerrГі sus ojos y se estremeciГі, ella sabГ­a que se estaba librando una batalla Г©pica y que Thor se encontraba en medio de ella. MГЎs que nada, querГ­a estar allГ­, a su lado. Pero, a la vez, sabГ­a que serГ­a en vano. SabГ­a que ella serГ­a inГєtil mientras Thor luchaba con aquellos dragones y que expondrГ­a a su pueblo a ser asesinados.

Gwen seguГ­a viendo el rostro de Thor y la destrozГі volverlo a ver, sГіlo para verlo marcharse volando con la misma rapidez, sin la oportunidad de hablar con Г©l, sin un instante para decirle cuГЎnto lo echaba de menos, cuГЎnto lo querГ­a.

В«Mi seГ±ora, no tenemos rumboВ».

Gwendolyn se girГі y vio, allГ­ a su lado, a Reece, Godfrey y Steffen, todos mirГЎndola. Se dio cuenta de que Kendrick hacГ­a rato que querГ­a hablar con ella, pero ella apenas habГ­a oГ­do sus palabras. MirГі hacia abajo y vio sus nudillos, blancos, agarrados a la madera, entonces mirГі hacia el ocГ©ano, examinando cada ola, pensando una y otra vez que divisaba a Guwayne, sГіlo para darse cuenta que no era sino otra ilusiГіn de este cruel, cruel mar.

В«Mi seГ±oraВ», continuГі Kendrick, con paciencia, В«su pueblo acude a usted buscando direcciГіn. Estamos perdidos. Necesitamos un destinoВ».

Gwen lo mirГі con tristeza.

В«Mi bebГ© es nuestro destinoВ», respondiГі ella, la voz pesada por el dolor, mientras se giraba y miraba desde la baranda.

В«Mi seГ±ora, soy el primero en querer encontrar a su hijoВ», aГ±adiГі Reece, В«pero, aГєn asГ­, no sabemos hacia dГіnde nos dirigimos. Cualquiera de nosotros arriesgarГ­a la vida por Guwayne, pero debe comprender que desconocemos dГіnde estГЎ. Hemos navegado hacia el norte durante medio dГ­a pero, Вїy si la marea lo llevГі hacia el sur? ВїO hacia el este? ВїO el oeste? ВїY si nuestros barcos nos estГЎn alejando mГЎs de Г©l?В»




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